Diferentes personalidades del mundo de la justicia hacen una valoración de estos cuarenta años de vigencia de nuestra Carta Magna y analizan sus perspectivas de futuro.
Constitución, 40 años
La Constitución española de 1978 cumple 40 años. Muchas obras colectivas se dan a la imprenta este año. Algunas de ellas abordan una memoria de estas décadas. Desde la celebración de los primeros tiempos de la aurora democrática tras la larga dictadura, hasta el revisionismo crítico y la urgencia de emprender una reforma hasta ahora postergada.
El punto de inflexión crucial entre uno y otro período estriba en los problemas derivados de la indefinición del modelo de Estado. La organización territorial del poder no quedó determinada por la Constitución. Por contra, su Título VIII consagra un principio dispositivo, abierto a acuerdos y pactos capaces de redelinear los ámbitos competenciales entre el Estado y las CC.AA.
Su consecuencia ha sido una protesta creciente frente el carácter inconcluso de la Constitución territorial. Y una apuesta subsiguiente por releer o modificar los capítulos que no habían quedado terminados. De modo que muchos tratadistas hemos venido abogando por esa tarea de “acabar” lo que insistentemente pasamos a denominar Constitución inacabada.
El debate alrededor de la reforma dura demasiado tiempo sin el debido corolario de la voluntad y el coraje para abordarlo pasando de las musas al teatro. Pero es igualmente cierto que la Constitución continúa desvelando nuevos significados para sus significantes. Funciona.
“El debate alrededor de la reforma dura demasiado tiempo sin el debido corolario de la voluntad y el coraje para abordarlo pasando de las musas al teatro”
Basta reflexionar en esa primera ejecución de la coerción dispuesta en el art.155 CE. Se trataba, hasta hace poco, de una de esas previsiones jurídicas diseñadas para no ser nunca aplicadas… ¡hasta que fue inevitable!
O sobre la rompedora (por culminar con éxito) censura de 1 de junio al Gobierno de Rajoy. ¡Innovó tanto que impuso a toda la literatura doctrinal acumulada durante 40 años sobre la moción de censura una nueva edición “corregida y aumentada”!
Se encierran ahí otros tantos episodios constitucionales inéditos hasta la fecha, con una Constitución que, tras 40 años, continúa desvelando posibilidades que no habían sido antes expuestas al test de su experiencia, si es que no inesperadas.
por Juan F. López Aguilar
Eurodiputado. Exministro de Justicia
Catedrático de Derecho Constitucional
Constitución española: versatilidad y capacidad para dar respuesta a las distintas circunstancias
Si algo caracteriza los días de celebración en nuestro ámbito personal, son las numerosas muestras de afecto que recibimos de quienes más nos aprecian. Por si fuera poco, en los últimos años las redes sociales actúan de “chivatos” a la hora de recordar a familiares y amigos que te tienen que felicitar. Entre llamada y llamada o leyendo los mensajes recibidos siempre hay momentos de reflexión. Las cifras redondas –sobre todo cuando cambiamos de década- son especialmente propicias para hacer un alto en el camino y mirar atrás.
Este año celebramos los cuarenta años de vigencia de nuestra Constitución, que fue aprobada en referéndum el 6 de diciembre de 1978 y promulgada y sancionada por el Rey don Juan Carlos ante las Cortes que la aprobaron, el 27 de diciembre de ese mismo año. En esta caso, al igual que si se tratara de uno de nuestros aniversarios, somos todos los españoles los que debemos felicitarnos unos a otros por esta conmemoración.
“La seguridad jurídica que ofrece la fe pública registral ha sido, sin duda, un elemento esencial en el desarrollo de los principios, derechos y libertades que propugna nuestra Constitución, siendo uno de ellos el derecho a la propiedad”
Difícilmente podemos encontrar un periodo de mayor prosperidad en nuestra historia como el que se ha desarrollado en estas cuatro décadas. Desde todo punto de vista –económico, jurídico, político- la transformación de nuestro país ha sido satisfactoria: en todos los ámbitos siempre se ha ido en estos años a mejor.
La proyección de la Constitución ha llegado a todos los ámbitos. Sirva como ejemplo la importante contribución que han tenido los registradores a este éxito colectivo. La seguridad jurídica que ofrece la fe pública registral ha sido, sin duda, un elemento esencial en el desarrollo de los principios, derechos y libertades que propugna nuestra Constitución, siendo uno de ellos el derecho a la propiedad.
La versatilidad de nuestro texto constitucional y su capacidad para dar respuesta y adaptarse a las distintas circunstancias surgidas en estos cuarenta años de historia de España, permiten afirmar con rotundidad que nuestra Constitución está en plena forma para seguir sirviendo a España durante mucho tiempo.
Por lo tanto me sumo mediante estas líneas a la conmemoración del cuadragésimo aniversario de nuestra Constitución.
por Rafael Catalá
Diputado. Exministro de Justicia
Un potencial aún no agotado
En 1978, la Constitución vino a insuflar a la sociedad española una profunda esperanza, pareja a la propia reacción social que de alguna forma se unió para crear un clima de consenso favorecedor de una etapa considerable como son cuarenta años.
La Carta Magna aportó valores tan preciados como la libertad, igualdad, justicia, respeto y solidaridad. Además, la sociedad española supo acometer con entusiasmo una etapa nueva que ha consolidado una sociedad moderna. En ello, cabe el debate y sobre todo ampliar su desarrollo. Desarrollo que ha de ser positivo, sin atisbar elementos que puedan suponer un retroceso. La convivencia en diversidad es compleja pero posible, y ese marco lo creó la Constitución.
En cuanto al específico campo de los colegios profesionales, he de decir que el artículo 36 de la CE supuso un estandarte para el desarrollo de la institución colegial en beneficio de las garantías para los consumidores y los usuarios, lo que ha sido objeto de una amplia doctrina jurisprudencial que ha hecho de esta previsión del texto constitucional toda una categoría social, considerada también de este modo concreto en la Unión Europea.
“La convivencia en diversidad es compleja pero posible, y ese marco lo creó la Constitución”
Como toda norma, la Constitución ha de tener y tiene sus propios mecanismos de reforma. Debería respetarse su esencia y su estructura, pues tiene un potencial aún no agotado, en especial porque entraña elementos de equilibrio en todos los ámbitos, que difícilmente pudieran igualarlo.
Si es cierto que también como norma, puede tener alguna carencia, producto de la evolución misma que precisamente ha sido posible por los valores cuyo desarrollo contempló. Uno de ellos es la ausencia de perspectiva de género en su contenido, suplido por su interpretación que a menudo lo contempla.
No obstante, aún hay trabajo por hacer en varios aspectos, lo que hemos de lograr entre todos y con aquel modélico consenso que operó en las Cortes Constituyentes.
Victoria Ortega
Presidenta de Unión Profesional
El consenso político y la concordia nacional
La Constitución que ahora cumple cuarenta años constituye un éxito sin precedentes en la historia del constitucionalismo español. A lo largo de los dos últimos siglos siete constituciones y varios proyectos que no llegaron a nacer fueron reflejo de los tiempos convulsos de nuestra historia, que culminaron con la sangrienta y fratricida Guerra de 1936. En esta ocasión, la memoria colectiva de los españoles sirvió de impulso para intentar, esta vez con decisión, romper el mito de que en España la historia siempre se repite. El pueblo español que ansiaba la plena democracia encargó a las Cortes constituyentes que surgieron de las elecciones de 1977 que redactaran un texto que recuperase para los ciudadanos la soberanía y las libertades tanto tiempo perdidas. Los constituyentes se pusieron a ello y redactaron la Constitución que hoy nos rige, y que fue refrendada pocos días después de forma clamorosa por la ciudadanía. Nacía la Constitución de 1978 asentada sobre dos columnas que la dotaban de especial firmeza: El consenso político y la concordia nacional.
“El consenso constitucional supuso que nuestra Constitución era de todos, porque de todos tenía mucho, y a su vez no era exclusiva de nadie, porque nadie tenía todo”
El consenso constitucional supuso que nuestra Constitución era de todos, porque de todos tenía mucho, y a su vez no era exclusiva de nadie, porque nadie tenía todo. La concordia conllevaba el compromiso de mirar al futuro, evitando revanchismos del pasado. Se trataba también de romper otro mito odioso de nuestra historia: las dos Españas.
La Constitución tendrá futuro si sigue siendo la Constitución de todos. Revivir la generosidad colectiva de entonces es el camino a seguir. ¿Será posible?
por Javier Moscoso del Prado y Muñoz
Presidente del Consejo Editorial de Thomson Reuters Aranzadi
Un valor incuestionable como norma suprema del sistema constitucional español
El próximo 6 de diciembre de 2018, se cumplirán 40 años de la celebración del referéndum de aprobación de la Constitución española de 1978. La labor de los constituyentes de 1978 nos permite hoy celebrar este aniversario, recordar aquel esfuerzo colectivo y plural y conmemorarlo. Celebramos el 40 aniversario de la Constitución por lo que representa: la decisión del pueblo de dotarse de un marco jurídico democrático en el que convivir y esa decisión sigue siendo válida cuatro décadas después. La Constitución se erigió en un referente que ha resistido avatares de gran calado desde entonces, sin dejar de servir al fin esencial de articular una sociedad democrática y plural. Por ello la valoración de la Constitución durante este periodo debe ser muy positiva, lo cual no impide que, como todo texto jurídico, la Constitución pueda ser objeto de revisión y adaptación si los cambios sociales y políticos así lo demandan y existe el suficiente consenso para abordar los cambios.
“La Constitución se erigió en un referente que ha resistido avatares de gran calado desde entonces”
Aunque las constituciones aspiran a cierta permanencia, no resulta conveniente permitir que la Constitución pierda el necesario nexo con la ciudadanía por no abordar a tiempo reformas necesarias, de manera consensuada y en el marco de procedimientos reglados, sin que ello deba interpretarse como debilidad o agotamiento de la Constitución y del propio sistema democrático. Tanto si la Constitución se mantiene con su actual redacción como si se acomete la reforma de algunos de sus preceptos, su valor como norma suprema del sistema constitucional español es incuestionable.
por Yolanda Gómez Sánchez
Directora del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales