Nuevos retos en la igualdad conviven con las lacras sempiternas contra las mujeres

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Un nuevo 8 de marzo en el que resulta imprescindible sacar a la luz la realidad de las mujeres en distintos ámbitos, con retos incumplidos e inalcanzados y, otros, en los que se avanza, no con marcha briosa, pero sí con determinación para seguir adelante. En este año la conmemoración de Mujer y Ciencia ha tenido especial realce y son muchos los países cuyos gobiernos e instituciones universitarias y empresariales han mostrado un compromiso rotundo.

Las Naciones Unidas han marcado el terreno y las aspiraciones. No despreciemos a esta organización global, porque a pesar de decepciones y sentimientos periódicos de impotencia que emanan de la ONU, se mantiene como una referencia mundial que solo las satrapías, y ahora los populismos, denuestan. España tiene como referencia sus resoluciones para el avance de la Mujer y las niñas en la Ciencia. Hay brecha de género, y muy relevante, en el mundo de la ciencia y la innovación. Atraer a más niñas y jóvenes al mundo de la ciencia, la tecnología, las matemáticas y la ingeniería, es un reto de la sociedad y, por tanto, de los gobiernos. En las aulas las jóvenes son una minoría muy clara. El miedo a las ciencias es una evidencia en cuyo derrumbe trabajan meritorias profesoras de esas materias. Desde la secundaria hasta el Bachillerato, los centros de enseñanza se han tomado muy en serio borrar la raya que coloca a las alumnas en Letras y Humanidades; como mucho a ciencias sociales, en las que sí hay contacto con las disciplinas científicas; y los estudiantes varones, en el lado de las ciencias. Los profesores están comprometidos con la utilización de instrumentos pedagógicos que las hagan atractivas para todos.

Atraer a más niñas y jóvenes al mundo de la ciencia, la tecnología, las matemáticas y la ingeniería, es un reto de la sociedad y, por tanto, de los gobiernos

Pasado el período escolar y universitario, cuando las mujeres llegan al campo científico se produce otra brecha. Con el reconocimiento absoluto de que la precariedad en los científicos se enseñorea a sus anchas en hombres y mujeres, en las segundas la situación se ve agravada por razones casi similares que se producen en otros campos. En el capítulo de demandas está la mejora de las condiciones laborales de las investigadoras. ¿Cuándo se produce la bifurcación en las carreras laborales de científicos entre hombres y mujeres? La respuesta que hemos escuchado en febrero de 2022, en el día de mujer y ciencia, es invariable: Tras la maternidad.  Carreras que habían transcurrido muy similares se desnivelan para las mujeres, con menos publicaciones, menor presencia en foros y en ampliación de estudios, durante los años de crianza de los hijos. Son realidades constatadas a las que quiere ponerse coto en el nuevo plan de Naciones Unidas sobre igualdad y en la Estrategia Europea de Igualdad de Género 2020-2025.

La inclusión de políticas específicas para una mayor presencia de las mujeres en la ciencia, y, en general, en el mundo laboral, debe convivir necesariamente con las lacras sempiternas. Una de cada cuatro mujeres ha sufrido violencia sexual o física por su pareja, en algún momento de su vida. Eso supone el 27% de la población mundial, según el estudio elaborado por The Lancet, considerado el más ambicioso realizado hasta la fecha, y con la base de datos de la Organización Mundial de la Salud. España está en la parte más baja de incidencia, con un 15% de prevalencia, dentro de la zona menos afectada, Europa central, que no supera el 16%.

No es violencia física pero sí desaire machista, desconsideración y menoscabo de las mujeres que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, sea ignorada por el ministro de Exteriores de Uganda, Jeje Odongo, como ocurrió el pasado 18 de febrero, al tiempo que este saluda al presidente del Consejo Europeo, Jacques Michel y al presidente francés, Enmanuel Macron. Este último, reaccionó; Michel, por segunda vez, no se inmutó ante el desprecio a su colega. Sin la cooperación activa de los hombres, no hay igualdad. Muchos lo saben y lo practican, como Macron. Otros, como Michel, no.