“El progreso de la mujer se ha llevado a efecto por la vía de los hechos, y a eso, a los hechos en lugar de a la retórica, es a lo que apelo”
La presidenta de la Asamblea de Madrid, Eugenia Carballedo, tiene una dilatada trayectoria política trabajando al servicio de los ciudadanos, que siempre, señala, la ha desarrollado en pie de igualdad con sus compañeros.
Usted, al ser elegida presidenta de la Asamblea de Madrid, se marcó como prioridad acabar con la crispación en el hemiciclo. ¿Cree que ha conseguido rebajar la tensión entre los diputados autonómicos?
Mi prioridad es que la Asamblea de Madrid sitúe a los madrileños en el centro de la actividad legislativa, que nuestros conciudadanos se vean reflejados en el modo como sus representantes, seamos del partido que seamos, trenzamos los acuerdos y gestionamos las diferencias. Se trata de que los madrileños perciban esta cámara como un foro de participación sensible a sus intereses, porque en una sociedad abierta sólo caben instituciones abiertas, que respondan a las inquietudes de los electores con transparencia e integridad. En ese cometido, intento que la relación entre los grupos sea lo más fluida y fructífera posible; ahora bien, con el Reglamento como norma suprema, como documento maestro, y muy particularmente en lo que se refiere a la cortesía. Entiendo que el contraste de pareceres, el conflicto e incluso la vehemencia son consustanciales al debate político, pero no deben estar reñidos ni con la más elemental cortesía ni con posibilidad de que la discusión tenga la suficiente altura como para que nuestro desempeño sea tenido por un activo democrático. Hay excesos, sencillamente, con los que no cabe transigir. Ya no porque esté en juego nuestro crédito como servidores públicos, sino porque así lo dicta la ley, y es precisamente la inhibición a la hora de aplicarla lo que da lugar a abusos y arbitrariedades, lo que amenaza la convivencia.
Usted tiene una amplia experiencia política y ha ocupado diversos cargos en el ámbito nacional y regional. ¿Cree que la política en estos momentos está desprestigiada en nuestro país? ¿Cuáles serían las causas?
El llamado “desprestigio de la política” fue la consigna de la que se valió el populismo para, so pretexto de la crisis económica, quebrar los consensos de la Transición y, ya desde las instituciones, promover un cambio de régimen. Esos mantras, los de la desafección, el ‘no nos representan’, etc. se siguen dando por válidos, por veraces, pese a que las evidencias dicen lo contrario. ¿Y a qué me refiero con evidencias? A que, sin ir más lejos, en las elecciones del 4 de mayo se batiera el récord de participación, con un 76%, un porcentaje que habla de la extraordinaria confianza que a los madrileños les inspira la Asamblea de Madrid, de hasta qué punto los madrileños consideran importantes las instituciones de la región. En suma, que sí les representamos.
En estos momentos, tras la crisis del Covid-19 España se prepara para recibir los fondos NextGeneration de la EU, que contribuirán a reparar los daños económicos y sociales causados por la pandemia. ¿Cómo incidirán estas ayudas en la economía de Madrid?
La Comunidad de Madrid tiene en los fondos de recuperación de la Unión Europea (UE) una vía de financiación de muchos de los proyectos que el Gobierno ya había planteado, como la ampliación de la línea 11 de Metro, la construcción de la Ciudad de la Justicia, la rehabilitación integral de viviendas y edificios residenciales, la digitalización de la Administración conforme a un modelo de infraestructuras dinámico y flexible, que conllevará dotar a las corporaciones rurales de los recursos necesarios para el acceso a los servicios públicos, especialmente en lo que atañe al despliegue de la tecnología 5G, la atención domiciliaria en enfermos crónicos y dependientes, la producción de energías renovables e hidrógeno verde, la mejora de la gestión hídrica… Hay una hoja de ruta perfectamente diseñada para acompañar y fortalecer el renacer que, a todas luces, está experimentando la región, pero también un temor fundado a que parte de estos proyectos no reciban la dotación suficiente por parte de Pedro Sánchez, ante la evidente falta de equidad y limpieza en el reparto, lo que explica que el Gobierno regional esté extremando el celo a la hora de fiscalizarlo.
“Entiendo que el contraste de pareceres,el conflicto e incluso la vehemencia son consustanciales al debate político, pero no deben estar reñidos ni con la más elemental cortesía ni con posibilidad de que la discusión tenga la suficiente altura como para que nuestro desempeño sea tenido por un activo democrático”
Usted ha manifestado que “la izquierda y el feminismo radical existen. Son una forma de estar en política y de entender el mundo”. ¿Qué tipo de feminismo defiende usted?
Como bien decía usted antes, llevo algún tiempo dedicada a la política, trabajando al servicio de los ciudadanos, y siempre he desarrollado ese trabajo en pie de igualdad con mis compañeros. Hay un feminismo radical, en efecto, un feminismo divisivo, que criminaliza al hombre hasta identificarlo como un potencial enemigo en lugar de lo que es, un potencial aliado; un feminismo que se arroga la representación de todas las mujeres, diciéndonos qué tenemos que pensar, cómo tenemos que hablar, a qué manifestaciones tenemos que ir. Si se trata de rehuir tutelas, también rehúyo, como mujer, la de este feminismo. Tenga en cuenta, además, que el progreso de la mujer, se ha llevado a efecto por la vía de los hechos, y a eso, a los hechos en lugar de a la retórica, es a lo que apelo. Por seguir con el ejemplo de Madrid, de qué sirve doblar el género gramatical si a la hora de la verdad el macho alfa del partido aparta de cabeza de lista a la candidata natural.
A su juicio, ¿qué se debería celebrar y reivindicar el día 8 de marzo para conmemorar el Día Internacional de la Mujer?
Lo que invito a celebrar el 8 de marzo es que la inmensa mayoría de las mujeres en España somos dueñas de nuestro futuro; que los adelantos en materia de conciliación laboral, pese a las notorias insuficiencias que subsisten en algunos sectores, promueven cada vez más la libre elección de estudios y trabajo; que nuestro estatus de privilegio en relación con las mujeres de otras latitudes (y no puedo por menos de recordar que 133 millones de mujeres, particularmente en Oriente Próximo y África, sufren cada año mutilación genital, o las estremecedoras cifras de violencia de pareja en América Latina); que nuestro empoderamiento, en suma, es también una de las señas de identidad de nuestro país. No me parece desdeñable que la estadística del WomanStats Project, por citar una de las bases de datos más fiables en lo que concierne a la situación de la mujer en el mundo, incluya a España en el selecto club de Estados que garantiza a las mujeres un “grado elevado” de seguridad física. O que, como acreditan los informes del Instituto Europeo por la Igualdad de Género, España sea uno de los países de la UE que mejor garantizan la igualdad entre hombres y mujeres. De estos datos no se infiere que debamos bajar los brazos, pero mal haríamos en dar pábulo al escenario apocalíptico que a menudo dibuja cierta izquierda. Si en verdad fuéramos las criaturas inermes y sometidas que pretende la ideología de género, ¿cómo se explica que la presidenta de la Comunidad de Madrid sea una mujer, o que el Congreso, el Senado y la Comisión Europea estén asimismo presididos por mujeres?