El ministro de Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, visitó Argel el pasado 10 de mayo. Recordó al presidente de Argelia, Abdelmadjid Tebboune, su «buena conversación» de semanas anteriores con el presidente ruso Vladimir Putin y que está invitado a visitar Moscú a reunirse con el líder. Semanas después, el mismo Tebboune realizó una visita de Estado a Italia, donde fue agasajado para reforzar las relaciones entre ambos países, particularmente las energéticas.
Dos citas que muestran que no le ha ido mal a Argelia tras la invasión rusa. Al tiempo que no se une al frente occidental contra Putin y mantiene estrechas relaciones con él, se convierte en importante alternativa de suministro para la Unión Europea. La subida de precios mejora los ingresos del país y atrae una inversión exterior creciente que necesita para relanzar sus yacimientos y explotarlos todo lo posible hasta que a lo largo del siglo XXI el mundo pueda prescindir, si es que lo logra, de los combustibles fósiles.
Argelia es el ejemplo más cercano a España de que el cártel mundial de productores de petróleo y gas es un gran beneficiario de la guerra. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el paralelo Foro de Países Exportadores de Gas (FPEG) han recibido llamamientos constantes del G7, el grupo de los países más industrializados, para que colaboren para salir de esta crisis energética que les está inundando de millones de dólares. En mayo de 2021 el barril de Brent cotizaba a 68 dólares, un año después, cerca del doble. En las mismas fechas, el gas cotizaba en el mercado TTF a 25 euros /megavatio hora. Tras la invasión rusa, hasta tres y cuatro veces más.
Argelia es el ejemplo más cercano a España de que el cártel mundial de productores de petróleo y gas es un gran beneficiario de la guerra
En el caso argelino, un primer indicio de ganancia a río revuelto se produjo ya en la misma última semana de febrero en que comenzó la invasión de Ucrania. El ministro italiano de Exteriores, Luigi di Maio, hizo un viaje relámpago para conseguir más suministro de gas argelino amarrado posteriormente por el primer ministro, Mario Draghi. Éste presidió junto a Tebboune el pasado 12 de abril la firma de un pedido extra de gas y petróleo a Argelia equivalente a todo lo que abastece al año a España a través del llamado Medgaz. Éste es el único gasoducto que mantiene Argelia con España tras el cierre el pasado octubre del principal, el que atraviesa Marruecos. La decisión de Tebboune de dejar a España sin uno de los dos gasoductos en pleno comienzo de la crisis energética por su mala relación con Rabat fue una demostración de la fuerza que tienen hoy en día los grandes productores. Aseguró que Argelia seguiría siendo suministrador fiable y que lo que no pase por gasoducto -la vía más barata y segura- lo haría por buque. Todo eso se produjo antes del viraje del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en la cuestión del Sáhara, que provocó después una crisis diplomática aprovechada a fondo por Italia, que no varió de posición sobre los derechos del Frente Polisario y se ha convertido en cliente preferido de Argel.
En cuanto al petróleo, el ministro de Energía, Mohamed Arkab, anunció que Argelia volvía por fin a niveles de producción previos a la pandemia rebasando de nuevo el millón de barriles al día. «Los países signatarios de la OPEP han decidido continuar incrementando producción e inyectando más barriles en el mercado», resaltó. Lo que hace la OPEP de presumir oficialmente de acuerdos contra la competencia para elevar los precios a su antojo sería sancionado en cualquier país si hacen lo propio empresas, pero es lo que hay. Otro miembro destacado es Catar, también gran beneficiario, según pudo apreciar en su amplia gira europea el emir de este país, Tamim bin Hamad Al Thani, agasajado por gobiernos de la UE de toda ideología política, incluido el español.
La cuestión es si tanta ganancia a corto lo será también a largo. España necesitará siempre una Argelia próspera y estable. También Italia, cada vez más dependiente de su gas mientras Alemania, precisará durante largo tiempo el suministro e inversiones de Catar. Pero todos toman nota de lo que supone tanta dependencia de este tipo de países y regímenes. Putin ha hecho ganar dinero a muchos, pero también les endurece el futuro.
Carlos Segovia