“Las políticas públicas tienen un gran potencial para conseguir avances en términos de igualdad”
¿Qué representa para usted la fecha del 8 de marzo?
El 8 de marzo es un día de reivindicación feminista. Aunque en los últimos tiempos ha habido avances significativos, la desigualdad entre mujeres y hombres es todavía una realidad incuestionable. Desde una perspectiva material, realidades tan injustas y fácilmente cuantificables como la brecha salarial y de pensiones o la feminización de la pobreza persisten. El acceso a los espacios de representación y toma de decisiones a alto nivel tanto en el ámbito público como privado sigue estando profundamente masculinizado. La división sexual del trabajo, la tradicional especialización de las mujeres en los cuidados y tareas domésticas en las que todavía los hombres no se implican al 50% lastra el desarrollo y las trayectorias laborales y vitales de las mujeres. Seguimos conviviendo con la violencia machista que se ejerce sobre mujeres y niñas por el hecho de serlo. En resumen, la desigualdad de género es una realidad muy presente y con consecuencias demoledoras para las mujeres y las niñas. El 8 de marzo las feministas reivindicamos la necesidad y la urgencia de responder colectivamente a estos graves problemas desde todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo por supuesto las instituciones.
Como directora general de Consumo, ¿qué iniciativa debería tomarse para alcanzar la igualdad?
Las políticas públicas tienen un gran potencial para conseguir avances en términos de igualdad. Tenemos las referencias de otros países, para mí en este tema son un referente los escandinavos, en los que una utilización coordinada y bien orientada de políticas de distintos ámbitos han conseguido resultados favorables al avance de los derechos de las mujeres. Hay algunos ámbitos de intervención estratégicos: mercado laboral, servicios públicos (especialmente los dedicados a los cuidados de menores, mayores y personas dependientes de larga duración), los sistemas de ayudas y prestaciones, educación, entre otros. Desde la política de consumo también hay un campo importante sobre el que actuar. Por ejemplo, la publicidad es un espacio fundamental de reproducción de estereotipos sexistas, que validan y difunden mandatos de género sobre cómo deben ser los cuerpos de las niñas y mujeres, y cuáles son las conductas, roles u ocupaciones que socialmente se espera de nosotras. Tengamos en cuenta que la publicidad incide en asuntos tan importantes como la sexualización de las niñas o la orientación diferenciada a niños y a niñas hacia trayectorias profesionales distintas.
«Más que la mujer yo diría que es el feminismo como movimiento social el que, en su lucha por los derechos de las mujeres, consigue logros que hacen avanzar a la sociedad en su conjunto»
¿De qué política de su Dirección General en este ámbito se siente más satisfecha?
Recientemente hemos aprobado una modificación de la Ley General de Derechos de Consumidores y Usuarios para incluir la figura de la “persona consumidora vulnerable”. Me parece un hito muy destacable porque supone reconocer que hay factores, algunos de índole personal pero otros de naturaleza estructural, como el género, que colocan a ciertos colectivos en una posición de subordinación y vulnerabilidad que debe ser compensada con una acción positiva por parte de las políticas públicas. Hay algunos ámbitos en los que esta vulnerabilidad en las relaciones de consumo afecta de forma especial a las mujeres: familias monoparentales (encabezadas mayoritariamente por mujeres), mujeres embarazadas, víctimas de violencia machista, son algunos ejemplos.
¿De qué modo la mujer enriquece la defensa y reivindicación de los derechos de los ciudadanos? ¿Puede señalar alguna experiencia personal?
Más que la mujer yo diría que es el feminismo como movimiento social el que, en su lucha por los derechos de las mujeres, consigue logros que hacen avanzar a la sociedad en su conjunto. No creo que se trate tanto de una historia de individualidades femeninas e hitos personales, aunque en ocasiones nos puedan servir de inspiración o de símbolo. Es la dimensión colectiva de la lucha feminista la que logra los avances. Cómo en los últimos años en nuestro país mujeres cada vez más jóvenes pero también cada vez más mayores se han unido a las reivindicaciones feministas me parece un buen ejemplo de esto.