“Ser pocos no puede restar derechos”
¿Con qué mirada se contempla el 8 de marzo desde un pequeño pueblo de 50 habitantes en la provincia de Teruel?
En mi pueblo siempre se ha celebrado más Santa Águeda en febrero. Las mujeres solían hacer algún acto, juntarse a comer y pasar el día juntas.
El 8 de marzo sí que hubo un año que se celebró por todo lo alto, en 1993, mi pueblo fue el primer pueblo de unos 100 habitantes, de esta zona, que se lanzó a celebrar el que por entonces ya era el “día de la mujer trabajadora”, invitando a todas las mujeres de la zona.
Siempre se hacía en pueblos más grandes, como Monreal del Campo, Calamocha o Cella y la Asociación de Amas de Casa dijo que por qué no se iba a celebrar en Bueña.
Yo tenía 11 años y recuerdo ver las calles llenas de autobuses y mujeres llenando las calles y bailando mientras seguían una charanga.
Para mí las mujeres de mi pueblo siempre han sido las grandes defensoras de la vida en mi localidad: emprendedoras, activas, generosas, trabajadoras, solidarias y valientes; cuando se proponían algo lo lograban, como esa celebración del 8 de marzo de 1993. Ésta es la mirada hacia el 8M que me han enseñado e inculcado.
Me gustaría que tradiciones de ese tipo se mantengan, no sólo con manifestaciones en las grandes ciudades, sino también darle valor a esa valentía y emprendimiento que siempre ha existido, pero que no se le ha dado el valor y empoderamiento que merecen.
En la denominada España vaciada, las mujeres encuentran muchas más dificultades que los hombres para poder conciliar su vida personal y profesional. ¿Cómo se pueden eliminar estas desigualdades?
Es preciso que se realice una implantación de servicios acordes a esta necesidad, ayudar a la conciliación familiar vivas donde vivas, al igual que ya existe en las ciudades, pero adaptada a las circunstancias del ámbito rural, de poblaciones pequeñas, donde encontramos gran dispersión, los horarios laborales pueden ser otros o no tienes una cartera de servicios como escuela infantil con comedor, colegio de madrugadores, etc. que te ayuden a compaginar la vida laboral y personal.
Las medidas deben partir de la idiosincrasia del medio rural, y con el convencimiento de que el medio rural también es para las mujeres, para la generación de arraigo y apoyo al emprendimiento y la conciliación familiar.
Ya encontramos muchas pioneras que han roto techos de cristal en ámbitos en que las mujeres no habían tenido nunca presencia y, sin embargo, han abierto una puerta por la que seguir entrando. Es necesario abrir esas puertas a profesiones muy masculinizadas hasta ahora, pero que como el turismo o la agricultura ya están erradicando esas desigualdades.
Las mujeres en el medio rural son determinantes para la vertebración territorial y social de estas zonas, y sin embargo ante la falta de oportunidades laborales y de servicios una gran parte de ellas emigran a municipios más poblados. ¿Qué políticas habría que adoptar a su juicio para frenar este éxodo y promover el empoderamiento femenino?
Creo que para que la mujer tenga oportunidades en el medio rural, hay que empezar por lograr una diversificación laboral, que haya oportunidades más allá del sector primario, que es el que más implantación tiene y en el que queremos que estén las mujeres, que ya lo han estado siempre, pero ahora están reconocidas y remuneradas. Y esta labor la sabemos bien todos los que hemos crecido en el ámbito rural. Pero además, es preciso que las oportunidades que aportan, por ejemplo, las nuevas tecnologías se aprovechen para atraer y retener el talento femenino en nuestros pueblos, logrando una diversificación de la que hablaba al principio, muy necesaria.
Empezando por la diversificación económica, es cierto que el sector primario tiene mayor implantación en el medio rural, pero es un sector que está abierto a las mujeres también.
Los que hemos crecido en un pueblo sabemos que las mujeres han trabajado en el campo igual que los hombres, y con la modernización del sector todavía lo puede hacer un sector más igualitario. Pero no es el único, el medio rural está abierto al desarrollo de muchas otras profesiones que quizás sean más demandadas por las mujeres que no quieren dedicarse al sector primario.
Principalmente se deberían aplicar medidas políticas para mejorar los servicios básicos en el medio rural: sanidad, educación, servicios sociales, seguridad, etc. ya no solo para el enraizamiento de la mujer en su tierra, sino como derechos básicos de los que toda población debería disfrutar.
Si nos referimos a la mujer en concreto, las medidas políticas deberían apoyar el emprendimiento femenino, el teletrabajo para poder trabajar desde el pueblo, la conectividad, la mejora de las telecomunicaciones e infraestructuras viarias, la oferta de transporte público, y apoyar la creación de proyectos tractores (de todos los sectores productivos) en el medio rural que tengan en cuenta el apoyo y arraigo de la mujer.
“En el Senado y el Congreso aportamos esa perspectiva de la mujer rural demandando los servicios que necesitamos, reclamando nuestros derechos como ciudadanos”
Desde su posición de senadora, ¿qué propuestas está llevando a la Cámara Alta en materia de igualdad de género?
Principalmente la aplicación de medidas de forma desigual, ya que los recursos siempre van a parar a las grandes urbes o capitales de provincia.
Es necesario generar servicios que ayuden a la conciliación familiar. Además, se debe seguir concienciando sobre compartir tareas y que las tareas de los cuidados no recaigan sólo en las mujeres.
Es importante que se apoye el emprendimiento femenino, potenciar y valorar el trabajo que hacen las mujeres a nivel social y en las asociaciones de los pueblos.
Estas medidas podrían ayudar en mejorar la protección, empoderamiento y arraigo de las mujeres en el medio rural.
Nuestra principal función en el Senado, al igual que en el Congreso, pasa por recordar en cada momento, en cada propuesta de ley o de iniciativas, que es necesario aportar el punto de vista del medio rural, porque en Madrid, donde nos encontramos trabajando a nivel político, descubrimos que no había conciencia de que el modo de vida urbano vs rural puede ser diferente en nuestros territorios, y que la perspectiva rural debe incluirse, tenerse en cuenta para que las leyes sean más justas con todos los ciudadanos, vivan donde vivan. Y para que las medidas sean más eficaces y provechosas para todas las personas, independientemente de donde se viva. Sobre todo, que ser pocos no nos reste derechos, al igual que ocurre con la mujer y con la conciliación, temas que ya se han diseccionado anteriormente, mostrando su problemática y relatando las medidas a poder llevar a cabo.
En el Senado y el Congreso aportamos esa perspectiva de la mujer rural demandando los servicios que necesitamos, reclamando nuestros derechos como ciudadanos.
Pongamos un ejemplo: la falta de conectividad rural, que nosotros estamos denunciando incansablemente, puede llevar a perjudicar a una mujer víctima de violencia de género en una pequeña población, por dificultades de conexión a la hora de poder solicitar ayuda. ¿Esto se puede permitir en nuestra sociedad? ¿Esto es tener los mismos derechos? Vuelvo a repetir que “ser pocos no puede restar derechos”, y si queremos apostar por la mujer rural, hay que incorporar en las instituciones la perspectiva de la mujer rural, aportando, a su vez, las medidas más adaptadas a sus necesidades.