Existe la idea generalizada de que el Derecho de los Negocios es una profesión eminentemente masculina, donde la mujer aún no cuenta con un papel destacado. Esto es una realidad constatable considerando la escasa presencia que aún tenemos en puestos de dirección o de sociatura, si bien me gustaría aprovechar la efeméride que nos ocupa para reivindicar nuestro desempeño en una profesión que, en términos cuantitativos, cuenta ya con una presencia pareja de mujeres y hombres, y en la que la inercia natural será ver cada vez con mayor frecuencia cómo las funciones directivas y de responsabilidad se van equilibrando.
El objetivo debe ser, en la medida de lo posible y siempre en base a criterios de excelencia, trabajar para que este proceso sea llevado a cabo con cierta agilidad.
En este sentido, las firmas de servicios jurídicos hemos hecho un trabajo muy intenso para agilizar este proceso de cambio, dotando a nuestros profesionales con planes de carrera y de conciliación pensados para que ninguna persona tenga que renunciar a una trayectoria brillante por no encontrar un equilibrio con sus obligaciones personales o familiares; firmando acuerdos con altas instituciones de la Administración para el impulso de la igualdad en las organizaciones, etc.
Debemos también avanzar en la concienciación personal. En muchas ocasiones somos las propias mujeres las que nos autolimitamos. No nos pongamos límites, sino metas a alcanzar. Tenemos valores diferenciales que nos hacen únicas en nuestro desempeño personal y profesional, como por ejemplo una capacidad empática mayor, esencial para lograr compromisos y alcanzar objetivos; capacidad de trabajo en equipo, de participación, de compartir información; actuamos y pensamos en muchas direcciones, fundamental a la hora de tomar decisiones y enfrentar crisis, y contamos un estilo más innovador y propenso al cambio.
Rosa Vidal