“La lucha feminista es la lucha por la igualdad y, por tanto, por los derechos humanos”
Este número de la revista Registradoras tiene como eje y contenido el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. ¿Qué representa para usted esta fecha?
Para mí es un recordatorio de por qué lucho y trabajo diariamente.
Aunque hemos evolucionado muchísimo en los últimos años, la española sigue siendo una sociedad en la que las mujeres sufrimos discriminaciones por cuestión de nuestro sexo. Discriminaciones que, además, inciden con mayor dureza entre las mujeres con menos recursos y que sufren situaciones de vulnerabilidad.
El 8 de marzo es una fecha para felicitarnos por lo que hemos conseguido pero también y, sobre todo, para seguir reivindicando nuestros derechos y el espacio público que nos corresponde para seguir avanzando en nuestra emancipación y en nuestra realización integral.
Desde su punto de vista, ¿cuál es el logro más importante de los que ya se han conseguido en el terreno de la igualdad de la mujer?
Cada paso que damos en favor de la igualdad material entre hombres y mujeres es importantísimo.
Hay hitos especialmente relevantes, como la consecución del derecho a voto femenino que, en una democracia representativa como la española, es clave.
El voto es la forma más efectiva que tiene cualquier colectividad social para poner sus intereses en la agenda política y en la acción institucional. Esa muestra de voluntad popular articulada a través del sufragio sería parcial e incompleta si no tuviera en cuenta las preferencias políticas de la mitad de la población.
Las mujeres solemos estar menos representadas que los hombres en los espacios de poder donde se toman las grandes decisiones o se influye en éstas. Los consejos directivos de las grandes empresas, las juntas de colegios profesionales, las altas instancias institucionales… tradicionalmente han sido lugares donde la presencia de hombres era mayoritaria. Afortunadamente, eso está empezando a cambiar. Debemos asumir que nos corresponde una parte del espacio público igual a la que ocupan los hombres y reivindicarla y ocuparla.
¿Cuál es el más urgente de los que faltan por conseguir?
Considero que es fundamental seguir dando pasos en el reconocimiento público del trabajo de cuidados. Un trabajo que todavía hoy, a causa de los roles de género tradicionales, sigue recayendo, mayoritariamente, sobre las mujeres.
La última doctora honoris causa de la Universidad de La Rioja, la catedrática en sociología María Ángeles Durán, lo expone muy certeramente en su libro La riqueza invisible del cuidado. La obra busca cuantificar la magnitud económica de los cuidados que muchas personas, en su inmensa mayoría mujeres, prestan a niños, personas mayores, y dependientes dentro del ámbito familiar.
Cuidados que son atendidos dentro del hogar a lo largo de todo el ciclo vital de cualquier persona, pero con más frecuencia e intensidad en los primeros y los últimos años de la vida. Sólo cuando la dedicación y el esfuerzo de las mujeres del hogar es insuficiente para cubrir las necesidades del resto de miembros de la familia, es cuando esas necesidades salen a la economía real y se contabilizan (cuando el hogar dispone de recursos para ello), en forma de prestación de servicios públicos y privados.
Pero responsabilizarse de los cuidados en el hogar tiene efectos. A largo plazo, los cuidados conllevan para las mujeres mayor riesgo de pobreza, inseguridad y marginalidad. Y aunque se han dado pasos adelante en este aspecto, es una factura muy alta que las Administraciones Públicas debemos reconocer y, de alguna manera, compensar.
“Es fundamental seguir dando pasos en el reconocimiento público del trabajo de cuidados. Un trabajo que todavía hoy, a causa de los roles de género tradicionales, sigue recayendo, mayoritariamente, sobre las mujeres”
¿Cree usted que hay sectores donde son necesarias las cuotas obligatorias para avanzar en la igualdad?
Absolutamente. Hay quienes creen que la imposición de cuotas se hace en detrimento del talento. Es una creencia radicalmente errónea. Muy al contrario, mejoran la selección de los perfiles.
Hay muchos estudios en la materia. Incluso en la política nacional. Hace años, la politóloga Tània Verge i Mestre realizó una investigación en la que examinaba el parlamento catalán en el periodo 1980-2010 con el objetivo de explorar los efectos que producen las cuotas en los procesos de reclutamiento y en los perfiles de las diputadas antes y después de la adopción de cuotas. Las conclusiones fueron claras: las cuotas mejoraban la cualificación académica de los perfiles seleccionados.
Las cuotas son una herramienta que funciona como mecanismo de fomento de la igualdad y, además, no tienen efectos negativos sustanciales. No hay que tenerles miedo.
¿De qué modo la mujer enriquece la defensa y reivindicación de los derechos de los ciudadanos? ¿Puede señalar alguna experiencia personal?
La lucha feminista es la lucha por la igualdad y, por tanto, por los derechos humanos. Las relaciones de poder que están detrás de las discriminaciones hacia las mujeres son igual de perjudiciales que las que están detrás de las discriminaciones por razón de origen, de religión o de posición socioeconómica.
La Declaración Universal de Derechos Humanos firmada en 1948 en las Naciones Unidas es clara al respecto en su artículo primero: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Que las mujeres desarrollemos nuestra vida en un plano de igualdad respecto a los hombres no sólo nos beneficia a nosotras, sino que beneficia a toda la sociedad en su conjunto.
En la Comunidad de La Rioja ejercemos actualmente once registradores de los que seis son mujeres. ¿Puede decirse que la paridad se va alcanzando en esta comunidad?
Rotundamente no.
Al margen de cada caso particular, la presencia mayoritaria de mujeres en puestos derivados de procesos selectivos objetivos, como pueden ser unas oposiciones, es una muestra más de la desigualdad con la que convivimos.
A las mujeres no nos gusta más que a los hombres estar encerradas en casa estudiando. No somos mejores cantando temas. Pero la mayor penalización que sufrimos en el mercado laboral, o en el ascenso dentro del mismo, hace que muchísimas mujeres se planteen prepararse unas oposiciones para conseguir una plaza y que, la posibilidad de una hipotética maternidad (aunque la mujer escoja no ser madre), no ralentice o acabe con sus carreras profesionales. Yo lo veo diariamente en la Administración Pública para la que trabajo. La presencia de mujeres es mayoritaria llegando algunas áreas, como la sanitaria, a un desequilibrio del 80%-20%.
Todavía queda muchísimo por hacer en este aspecto. Las mayores discriminaciones que sufrimos las mujeres se producen en el ámbito laboral. Aunque estamos en el buen camino, hay que seguir luchando.
María del Pilar Oliva Brañas