“La Contra Armada es la mayor victoria de España sobre Inglaterra”
Profesor de filosofía y escritor, Luis Gorrochategui compagina su labor docente con la investigación, lo que le ha llevado a publicar varios libros y más de doscientos artículos. Forma parte de la Asociación de Estudios Históricos de Galicia, el Instituto Torre de Hércules y la Orden de Caballeros de María Pita. En su última publicación, Contra Armada, nos presenta en toda su magnitud un acontecimiento celosamente ocultado durante más de cuatro siglos.
La gran operación anfibia organizada por Felipe II contra Inglaterra en 1588 fracasa, y poco después, en 1589 termina en desastre con más de 20.000 bajas la gran operación anfibia que organiza Isabel I contra España. La primera es un hecho histórico muy conocido con el nombre de la Armada Invencible. La segunda, llamada Contra Armada, es el objeto de su interesante trabajo y apenas conocida. ¿Por qué?
Muy buena pregunta. Dedico a este tema el epílogo del libro. Podríamos decir que la principal causa de esta flagrante asimetría es la diferente etapa de evolución histórica con la que pilló a España e Inglaterra esta guerra. Albión, en lo que refiere a su expansión territorial, y obviando la feudal guerra de los cien años, estaba a punto de nacer. Por su lado, España era ya la primera potencia mundial y, además, la historia estaba estrenando una primera potencia mundial de semejante tamaño y naturaleza, algo nunca visto antes. Así, el fracaso de la “Invencible” fue un hecho muy noticiable y propicio para convertirse en mito fundacional de la nueva Inglaterra naciente, mientras que el fracaso de la Contra Armada, no fue tal para una España ya dominante. Es más, el conocimiento del fracaso de la Contra Armada, iba en detrimento del relato épico y fantástico construido a partir del fracaso de la Gran Armada. Si a esto añadimos el éxito que, siglos después, alcanzaría Inglaterra en su expansión e influencia, y el hundimiento que sufriría España en el mismo sentido, entendemos como la Gran Armada se convirtió en un mito mundial, y la Contra Armada desapareció sin apenas dejar rastro.
“La gran mayoría de los barcos de interés militar de la Gran Armada retornaron, y por eso el primer objetivo de la Contra Armada era su destrucción en Santander”
¿Qué fines persigue la organización de la Contra Armada por parte de Isabel I?
La Contra Armada tenía un objetivo principal, y otros dos secundarios. El principal, según palabras muy explícitas de Isabel, era la destrucción de la Gran Armada en reparación en Santander. Con ello la reina aprovecharía la gran ocasión que le brindaba la historia, pues Felipe II había asumido un gran riesgo al lanzar la Gran Armada contra Inglaterra, riesgo del que fueron plenamente conscientes sus hombres de guerra. Efectivamente, la extrema concentración de fuerzas en el Atlántico conllevaba que “en cualquier adverso suceso de guerra o temporal, quedaban las Indias perdidas, y Portugal y Flandes tan a riesgo de hacer lo mismo”, como afirmó, por ejemplo, Francisco de Bobadilla. Y el suceso adverso se produjo. Por eso lanza Isabel su ataque: para rematar la faena y romper y penetrar en el imperio filipino. Pero, en todo caso, el fiasco de la Gran Armada no fue tanto, pues de hecho retornaron la gran mayoría de los barcos de interés militar, y por eso el primer e irrenunciable objetivo era su destrucción en Santander. Sólo una vez realizado esto, debía cumplir su segunda misión: la toma de Lisboa en nombre de don Antonio, el prior de Crato, primo de Felipe II que le disputaba el trono de Portugal y había prometido a Isabel perenne sumisión y tributo, incluida la penetración en el imperio luso, si le ayudaba a alcanzar el trono. Una vez tomada Lisboa, entronizado don Antonio, y secesionado Portugal de España, le quedaba como tercer objetivo la toma de las Azores, al menos una isla, y la captura de la flota de Indias. Con ello, el golpe a Felipe II sería demoledor y se prepararía la usurpación de las rutas comerciales abiertas por los españoles y la emersión de un nuevo imperio inglés.
¿Por qué la Contra Armada no se dirige a Santander a destruir las naves de la armada española que allí estaban en reparación tras el fracaso de 1588?
La Contra Armada fue una flota de armadores privados atraídos por las ganancias del botín que se obtuviera de la expedición (de sus 180 barcos, solo seis eran de la reina), y el peso de estos armadores en sus decisiones fue determinante. Atacar Santander, donde los españoles los estaban esperando, para destruir barcos en reparación, no era lo que seduce a un hombre de negocios con problemas de caja. La solución estaba en la rica Lisboa, que don Antonio había prometido permitir que se saquease, respetando a las personas portuguesas. Pero tampoco era aconsejable saltarse tan a la torera las órdenes reales, y por ello se decide saquear y destruir antes a la presumiblemente desprevenida La Coruña, el simbólico puerto desde donde, a la postre, había zarpado la Gran Armada. A la reina, con tal éxito, le resultaría menos difícil perdonarles no haber ido a Santander, y sin correr demasiados riesgos en tal escala, marcharían sin mucha demora a por Lisboa.
Señala usted que atacar La Coruña es un error de la Contra Armada en vez de dirigirse directamente a Lisboa. ¿Cuáles son las razones de que una pequeña villa sea capaz de resistir y causar muchas bajas ante una gran flota y ejército rival?
Atacar La Coruña fue la peor de las decisiones posibles. Incumplían el objetivo principal de la expedición, y además, no aprovechaban las ventajas de tal incumplimiento para aumentar las posibilidades de éxito de su segundo objetivo: la toma de Lisboa. Efectivamente, yendo directamente al ataque frontal a Lisboa, tenían indudables posibilidades de haberla tomado, pero el fracaso ante la pequeña Coruña los debilitó, retrasó, y desmoralizó de tal modo, que ya no se atrevieron contra Lisboa y desembarcaron en Peniche, dividiendo sus fuerzas y abocándose a la derrota. La sorprendente resistencia de La Coruña se explica porque no estaba tan desprevenida pues: 1. Se había fortalecido a contra reloj con nuevas estructuras defensivas, y muy especialmente con el estratégico castillo de San Antón, que impedía el bloqueo e incluso el mero acercamiento por mar. 2. Se había destacado en la plaza la infantería de la Gran Armada de los barcos regresados a Galicia, la mejor de la época, como reconocerá, entre otros, Roger Williams, uno los militares participantes, consiguiendo que la ciudad funcionase como un Tercio. 3. La población, de realengo, contaba con unas entrenadas milicias locales que se sumaron briosamente a la defensa. 4. El pequeño tamaño del perímetro amurallado medieval, conllevó la concentración de las fuerzas de defensa. 5. La explosión hacia fuera de las murallas el 14 de mayo fue devastadora para los asaltantes. 6. En el momento crítico de la ofensiva final, la totalidad de la población se sumó al combate, y muy especialmente las mujeres, que no habían sido contadas en principio, y se convirtieron en un muy numeroso cuerpo de reserva que luchó bravamente, con armas e innumerables piedras que descalabraron a los atacantes hasta obligarlos a retirarse. Fue entonces que se hizo célebre una de ellas, María Pita, al matar al único alférez que consiguió entrar en la ciudad.
“Atacar La Coruña fue la peor de las decisiones posibles. Entre las razones de su resistencia: las mujeres con María Pita al frente que mató al único Alférez que consiguió entrar en la ciudad”
¿Cuál es el factor que desde su punto de vista pesa más en la derrota de Lisboa?: ¿las disensiones entre los responsables de la flota y del ejército inglés Drake y Norris?, ¿la mala estrategia de desembarcar lejos de Lisboa y hacer una marcha por tierra en busca de un apoyo portugués que no se produjo al Prior de Crato, candidato alternativo al trono de Portugal en sustitución de Felipe II que había accedido al trono de Portugal en 1580?, ¿la prudente y determinada defensa española?
El factor principal fue el no seguir el plan inicial de atacar directamente a Lisboa por mar aprovechando viento y marea, y, en vez de hacer esto, desembarcar en Peniche, dividir las fuerzas, y abocarse a un enfrentamiento con la superior infantería española. En esta conducta, en la que se hicieron patentes las disensiones entre Drake y Norris, que conllevaron un mando bicéfalo, tuvo mucho que ver lo ocurrido en La Coruña, pues, ¿quién va a atreverse contra Lisboa, una gran ciudad de 100.000 habitantes, después de haber sido repelidos de una pequeña población de 4.000? Al dividir así sus fuerzas le otorgaron una gran ventaja a los defensores, que a partir de entonces utilizaron varias tácticas: impedir toda comunicación entre el ejército de Norris y la flota de Drake fondeada a la espera de acontecimientos en Cascaes; someter a los expedicionarios a un continuo desgaste día y noche, incluyendo una encamisada el uno de junio; impedir su avituallamiento en tierra; esperar al tres de junio para, teniéndolos ya acantonados en Lisboa, lanzar un ataque a cortas distancias, ignorado por las fuentes inglesas, que los hizo cambiar de designio, descartar el ataque a Lisboa, y optar por la retirada a la seguridad de la flota en Cascaes. Pero la seguridad de la flota fondeada era una quimera al llegar Martín de Padilla con seis barcos incendiarios, lo que obligó a Drake a zarpar sin viento propicio, y conllevó el posterior ataque de la armada española, las galeras de Alonso de Bazán y el citado Padilla, que los abocaron a un durísimo viaje de vuelta donde la mala alimentación, el hambre y la peste desatada en la flota, vaciaron los barcos de hombres, hasta convertirlos en mortuorios que apenas pudieron volver a Inglaterra, convirtiendo esta expedición en la mayor victoria de España sobre Inglaterra.
Antonio Tornel