“Europa tiene como constituyentes el pensamiento griego, el derecho romano y el cristianismo”


Ingeniero de Telecomunicaciones y licenciado en Teología espiritual, Isidro González Modroño SJ, actual superior de los Jesuitas de Santander, ingresó en la Compañía de Jesús en 1977 y desde entonces ha ejercido en diversos puestos de responsabilidad, entre ellos el de provincial de España durante los años 1998 a 2004. También ha sido director, entre otros, del Colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid, por lo que fue reconocido en 2013 con la Medalla de Plata de la Comunidad Autónoma “por su labor educativa y por conseguir la excelencia académica y humana de los alumnos”.


González Modroño, una de las personas más cercanas a Fernando García de Cortázar SJ, nos habla en esta entrevista de la figura de su “gran amigo y compañero”, y de la última obra publicada del historiador, Érase una vez Europa. Además, analiza otros temas como los fundamentos espirituales de Europa, el papel de la Compañía de Jesús en el continente y las aportaciones del primer papado de un miembro de la Compañía.

¿Quién era para usted Fernando García de Cortázar?

Un gran amigo y también como jesuita un gran compañero. En muchas cosas, un referente. De hecho, cuando miro hacia atrás, creo que Fernando tuvo mucho que ver en mi redescubrimiento de la vocación como algo que daba vida, alegría, humor; vivía con una gran libertad su fe y su sacerdocio; y al mismo tiempo su sentido de lealtad y fidelidad vasco, llevado en él al extremo, le hacía vivir su amistad con el Señor como algo fundante e incuestionable en su vida. 

Éramos muy distintos y nadie creo que hubiera podido como él contagiarme de un sentido del humor que en mí no existía, y en el rebosaba por todas las costuras. Nos reímos mucho, muchísimo, juntos; y al final creo que nos complementábamos en crear una situación divertida. Cuando le conocí, estaba haciendo la Tesis doctoral en Madrid y yo estaba estudiando ingeniería; fueron años para los dos que nos marcaron hondamente y a partir de ese momento cristalizó una amistad entre nosotros en la que nos entendíamos a veces sin hablar, muy profunda, que incluía por supuesto lo religioso. Por otra parte, siempre nos faltaba tiempo cuando empezábamos a hablar.

Por supuesto en mi opinión era un historiador muy competente y gran director de tesis doctorales. Sabía ayudar a pensar y organizar las ideas. Tenía además una gran capacidad de divulgación de calidad; integraba el arte, la literatura, la geografía… en su interpretación y como fuentes de la historia y daba gusto hablar con él sobre casi cualquier tema. Trabajó casi todos los géneros: la novela histórica, la historia erudita, la divulgación interdisciplinar de la historia, etc. Acertó a liberar la historia de un cierto provincianismo pequeño y la centró en los grandes sujetos históricos, entre ellos por supuesto España. Y supo encontrar vetas de trabajo (perdedores de la historia, mitos…) que respondían a la necesidad de redescubrir y liberar la historia de interpretaciones poco honestas y muy interesadas.

Pero para mí, Fernando fue y sigue siendo alguien sin el cual yo no sería el que soy, alguien muy determinante en la recuperación de la alegría, la vocación, etc. Fue un amigo, un gran amigo. Fue un compañero, un gran compañero.

Isidro González Modroño, Pilar Cortés, Juan Pablo Fusi y Eduardo Torrilla, durante la presentación de la obra de García de Cortázar, Érase una vez Europa.

A la luz de este libro, ¿qué representaba Europa para Fernando?

Lo cierto es que cuando hablé con él sobre este libro e intercambiamos algunas opiniones y referencias de cine o libros pensándolo, el título que tenía en mente era “Donde España no envejece”; luego se añadió Europa a ese mismo título, y al final el título se cambió al que tiene ahora: “Érase una vez Europa”.

Creo que Fernando percibía Europa y la historia de Europa desde un conocimiento y estudio grandes de la historia de España, con una óptica existencial española; era un enamorado de nuestra historia, de nuestro quijotismo y sanchopanzismo, de nuestra pintura… Para Fernando por otra parte España no se entiende sin Europa, en donde se empeña hasta la extenuación. Una España sin la cual tampoco es fácil entender Europa. Esta Europeización de la historia de España es algo que fue creciendo en Fernando durante años, y en ese proceso su admiración por lo que España había sido y hecho crecía más y más. 

Quizás el prólogo del libro explica muy bien lo que para Fernando representaba Europa: un espacio con una importante base común en la manera de concebir la vida y el hombre, la religión y el pensamiento. Como el mismo dice, hay tres constituyentes en ese humus compartido que es Europa: el Pensamiento griego y su capacidad de crítica y racionalidad; el derecho Romano, y su capacidad de organización social; el cristianismo (o si se quiere la tradición Judeocristiana), y su visión del hombre como sujeto de dignidad y derechos inalienables, incluso en situaciones paradójicas, como nos muestra el mismo Fernando en su libro.

Europa se ha mostrado capaz de las mayores atrocidades y de los más altos logros; no me refiero sólo a gestas políticas o heroísmos de cualquier tipo. Sino principalmente a un logro cultural del todo singular y admirable. Y creo que interpreto bien a Fernando si digo que España en particular, ha sido especialmente capaz en ese sentido.

El Sermón de la Montaña de Jesús, ¿un mensaje clave del cristianismo y de los fundamentos espirituales de Europa?

Yo creo que sí. Es el testimonio único de un hombre del todo especial, que, en el conflicto profundo de las tentaciones del desierto, de las imágenes de la tradición, descubre que su misterio es en algún modo extrapolable a nosotros. Y que esta realidad nueva, pasa por un camino paradójico en el que la conciencia de la dependencia de Dios, el amor a la paz, la transparencia del corazón, la superación de la dialéctica del amo y el esclavo (que diría Hegel) a través de la mansedumbre, etc., abre camino a una realidad humana nueva, una nueva creatura en Cristo que se dice en Teología. Para Fernando el Sermón de la Montaña era visto como historiador, como un momento culmen de la conciencia antropológica, de lo que significa de verdad ser persona humana. Un modo de ser persona que con verdad puede ya llamar a Dios Padre. 

Algo parecido a las Bienaventuranzas o al Sermón de la Montaña se encuentra en otras religiones (en parte es la tesis de un libro de Xavier Pikaza) pero la radicalidad y esperanza, la promesa y el contenido de este mensaje del evangelio, no tiene equivalentes.

En una Eucaristía con sólo la Comunidad de jesuitas de Santander, se leyó la Patente de nombramiento de superior a Isidro González Modroño SJ.

¿Cuál es el papel de San Pablo?

Es básico y para nosotros especialmente importante, porque como él, nosotros no hemos conocido al Jesús histórico según la carne, sino que le conocemos según el Espíritu. Pablo impide que el cristianismo se limite a una apertura de la religión judía a los gentiles, y afirma una realidad totalmente nueva, para todos, que no pasa por incorporarse a un judaísmo liberal. Que es una Nueva Alianza.

Para Fernando el himno de la Caridad, que se encuentra en los capítulos 12 y 13 de la carta a los Corintios, es el principal texto de Pablo, donde supera cualquier visión reduccionista del cristianismo. Este Amor que todo lo puede, que todo lo espera… es capaz de cambiar la mirada, de reconstruir los corazones, es el lugar donde una cultura, una nación, unas personas, no envejecen. Siguen vivientes y vitales reconstruyéndose por la inagotable capacidad creadora de ese amor que Pablo llama Caridad para distinguirla de otras palabras y acepciones que en griego expresaban también amor.

“Fernando percibía Europa y la historia de Europa desde un conocimiento y estudio grandes de la historia de España, con una óptica existencial española; era un enamorado de nuestra historia, de nuestro quijotismo y sanchopanzismo, de nuestra pintura…”

Fray Antonio de Montesinos, Las Casas, etc., reivindicaron la igualdad de los habitantes de América con los europeos, ¿pero no fue Isabel la Católica la primera que dio instrucciones en ese sentido?

No soy un historiador, pero creo que sí, en su testamento y con toda claridad. No obstante es precisamente la sensibilidad religiosa de la reina, como la de los autores que citabas en tu pregunta, la que clama y se rebela contra modos de proceder no acordes con la teórica motivación que justificaba toda la tarea de España en América. Mas allá de las denuncias de Bartolomé de las Casas… y de las disposiciones de Isabel la Católica está un pensamiento preocupado, crítico que buscaba entender y justificar si era lícita la conquista, en qué términos y modos, por qué motivos, etc.

Hay que decir que España, con muchas limitaciones sin duda, pero se volcó e implicó enormemente en la promoción de los pueblos americanos: se crearon universidades, ciudades, etc., se consumó un mestizaje y a pesar de los choques que hubo, la población indígena se incorporó a la nueva realidad, no desapareció prácticamente como en el norte. Hay en México DF una plaza, la plaza de las Tres Culturas, en la que se dice que no es la historia de una derrota ni de una victoria, sino el doloroso parto de la Nación Mexicana. Creo que esto es generalizable a toda la América Hispana.

Quizás para Fernando lo más relevante de todo este momento de ajuste histórico fue la aportación de la llamada escuela de Salamanca. Es donde nace el derecho de gentes, el germen de los derechos humanos, el sentido de la justicia internacional y entre pueblos. Las aportaciones de Suárez, Francisco de Vitoria, etc., son fundamentales en ese momento. Y ponen en marcha toda la evolución posterior del derecho internacional y los derechos humanos.

Fernando García de Cortázar.

¿Por qué es esencial el papel de Justiniano en la Europa actual para García de Cortázar?

Fernando habla en su libro de tres grandes aportaciones de Justiniano: en el campo militar, intentando reconstruir el imperio Romano, en el campo de la construcción y de la arquitectura, y en el campo de la recopilación sistemática del derecho. En el libro se subraya la importancia de este último aspecto, que ha sobrevivido con mucho al militar, y ha sido más trascendente que sus aportaciones arquitectónicas y en concreto Santa Sofía, un milagro arquitectónico de la época.

Al poner en marcha una comisión de expertos que elaboró el “Corpus de Derecho Civil” Justiniano dejó puestas las bases del moderno derecho Europeo, y estoy citando casi textualmente a Fernando en la página 137 de su libro. Cuando ya en el siglo XII en Bolonia recuperan el “digesto”, este se convierte en la pieza clave del renacimiento y de una cierta visión científica del derecho que sigue impregnando hoy nuestra comprensión del hecho jurídico.

“Este Papa ha tenido gestos muy potentes, fuertes y poderosos que han abierto rendijas de sensibilidad nueva en la Iglesia”

En el libro aparecen muchos nombres fundamentales del pensamiento y la espiritualidad europea, ¿pero no falta San Ignacio de Loyola?

No estoy seguro de lo que, tal y como está la pregunta, respondería Fernando. Así que me voy a permitir responder desde un comentario de Fernando escuchado varias veces por mí; más o menos, diría así: “La mayor aportación, o una de las mayores que ha hecho España en el siglo XVI a nuestro mundo ha sido Ignacio de Loyola y la Compañía de Jesús”.

Creo que Fernando no se veía seguro para entrar a valorar histórica y comparativamente la espiritualidad ignaciana y el germen de creatividad teológica que llevaba dentro. Y la figura de Ignacio la veía sobre todo por su obra. Pero sí se sentía seguro del valor y la aportación de la Compañía de esos años, en culturas muy diversas y en contextos de todo tipo. El desarrollo del teatro y los debates, del pensamiento crítico en los centros educativos. La valoración de toda la realidad y de las ciencias, del pensamiento empírico, de las lenguas…, es toda una pléyade de personas que aportan todo un modo de entender el derecho (Salamanca), la religión y el poder en la Iglesia, la inculturación y respeto a las culturas, etc. Por no hablar de los cambios en teología moral con la defensa acertada de probabilismo, o posturas tan difíciles de aceptar en ese momento donde todavía se asumía el derecho divino de los reyes, el tiranicidio como llegó a defender el P. Juan de Mariana.

En 2021 se cumplieron 500 años del inicio de la actividad espiritual de San Ignacio de Loyola. ¿Qué destacaría de su obra?

Creo que hoy lo más importante es la espiritualidad que nos dejó. En otros muchos campos la sociedad se ha desarrollado mucho, y también la Iglesia; y la aportación de la Compañía aún siendo importante, no es tan urgente. Pero creo que pocas espiritualidades como la ignaciana son capaces hoy de ayudar al hombre a vivir una relación verdadera con Dios en un contexto que tiende a ignorarlo o prescindir de facto de Él. Ignacio tuvo que aprender como ser honestos para con Dios, más allá de mandamientos y leyes; como dejar que la Fe crezca y se haga posible en este contexto secularizado, sin estructuras de apoyo social; como elegir para mi vida seguir la voluntad de Dios, que hay que buscar y hallar de manera personal. 

Es una espiritualidad que nos dice que Dios tiene un nombre y un plan para cada uno, que sólo cada persona puede hallar en relación personal con el Señor y sólo a él le corresponde decidir si asumirlo o no; que a Dios se le sirve en el mundo y en la Historia, no en el aislamiento y la automarginación, en la huida de la realidad; nos insiste en que Dios sigue estando con los crucificados de hoy, y nos empuja a transformar la realidad en la medida que podamos y en todo caso a acompañar preferentemente a los que no cuentan, no son valorados más que como problema en nuestro mundo.

Hoy la Compañía ha concretado cuatro misiones de carácter universal, que son prioridades para toda la Compañía. Pero en mi opinión, en esta Europa que atenúa casi hasta apagarla la Fe (también el pensamiento crítico, desplazado por la fuerza de la emoción y de la imagen, de la propaganda…) creo que lo más importante es cuidar la transmisión de la Fe, su cultivo, su crecimiento; dejar que la Fe y la Caridad reconstruyan y curen tanta destrucción, tanto dolor y alienación.

¿Cuál ha sido y es el papel de la Compañía de Jesús en la Europa que conocemos?

Creo que en siglos pasados ha sido fundamental su papel en la educación, sobre todo a través de sus colegios y universidades. Hay que tener en cuenta que en Europa la reforma de Lutero desató una ola muy fuerte contra el Papado y con aspectos políticos y teológicos que en parte respondían a una necesidad de renovación en muchas cosas, pero también y de manera más oportunista redundaba en el interés de los príncipes, que encontraban una justificación para liberarse de ciertas dependencias de Roma.

Cuando se llega al acuerdo del “Cuios Regio, eius Religio” se hace clave para la continuidad de la Iglesia en el centro de Europa la educación de los príncipes y de los líderes sociales, aportando una formación muy completa y sólida también en la Fe. Una formación humanista de alto nivel, unida a una confesión católica de la Fe.

Por eso el número de colegios crece tanto en esos primeros años de la Compañía. Gracias a ello, gran parte de Europa se mantiene Católica y Europa sobre todo evoluciona hacia los grandes cambios de los siglos posteriores con una base renovada y fuerte de pensamiento.

Hoy, sin perder de vista estas tareas, creo que lo primordial es ayudar a las personas a reconciliarse consigo mismas y con Dios; es lo que pretendemos con el servicio de la Fe, que bien vivida lleva a una exigencia de Justicia y a buscar formas culturales más “bautizadas”, más impregnadas del espíritu de donación, de fraternidad.

“Creo que pocas espiritualidades como la ignaciana son capaces hoy de ayudar al hombre a vivir una relación verdadera con Dios en un contexto que tiende a ignorarlo o prescindir de facto de Él”

¿Qué valoración hace del primer papado de un miembro de la Compañía?

Creo que necesitaremos para una cierta pretensión de objetividad una perspectiva más amplia que sólo nos dará el tiempo. Nos falta perspectiva, pero eso no impide que podamos ver ya muchos motivos para dar Gracias a Dios por el papado de Francisco. Yo subrayaría dos aportaciones muy importantes: este Papa ha tenido gestos muy potentes, fuertes, poderosos. Gestos que han abierto rendijas de sensibilidad nueva en la Iglesia como su afirmación de que la infalibilidad está en la Iglesia aunque se exprese a través de sus cauces de autoridad, y haya intentado sondear el sentir de los cristianos sobre temas como el divorcio, la homosexualidad, etc…

Personalmente, creo que sus encíclicas tienen una enorme sabiduría espiritual; y una innegable oportunidad: “Lodato sii”, sobre la ecología; “Fratelli tutti”, sobre la hermandad universal de los hombres, superando conflictos religiosos y de todo tipo; “Amoris laetitia”, “Evangelii Gaudium”, etc. Todas ellas tocan puntos neurálgicos de la sensibilidad actual, y lo hacen con una profunda espiritualidad y capacidad de sugerir a la Fe nuevos modos de vivirla y nuevos espacios donde encontrarse con Dios y colaborar con El.

Quiero añadir que en la Iglesia hemos tenido la suerte de tener unos grandes papados en los últimos tiempos. Francisco pertenece a esa serie en la que descubrimos la bondad y libertad de Juan XXIII; la capacidad enorme de Pablo VI para desarrollar y llevar adelante el Concilio VAT II; la fuerza y Fe recia de Juan Pablo II después del muy breve e inspirador pontificado de Juan Pablo I; la gigantesca figura intelectual de Benedicto XVI, cuyos discursos, y en concreto el de Ratisbona, seguirán siendo motivo de estudio mucho tiempo.

Benedicto XVI hizo aportaciones intelectuales y teológicas muy importantes. Francisco I tiene otro estilo: es más sugerente desde el gesto y desde la espiritualidad. Su esfuerzo por promover una sinodalidad y conciencia sinodal en la Iglesia, podría ser su gran aportación organizativa para el futuro de la Iglesia.


Biografía

ISIDRO GONZÁLEZ MODROÑO, nació en León en el 1948. Estudió Ingeniería Superior de Telecomunicaciones en Madrid, donde conoció a Fernando García de Cortázar. En esos años se creó entre ambos una profunda amistad que duró y aumentó hasta el momento de la muerte de García de Cortázar en 2022. Al terminar la ingeniería, estudió Teología en Roma, licenciándose en Teología espiritual en la Pontificia Universidad Gregoriana. De vuelta a España, fue jefe de estudios de los universitarios jesuitas en Salamanca, posteriormente rector del Colegio de Gijón hasta desde 1987 hasta el 1990. Y Superior de la Residencia en Coruña hasta el año 1995.

Durante la XXXIV Congregación General de la Compañía de Jesús fue nombrado Provincial de Castilla, hasta el 1998 en que se le designó Provincial de España, cargo que ocupó hasta el 2004. Ese año pasó a ser director del Colegio de Nuestra Señora del Recuerdo en Madrid, hasta el 2013, en que de nuevo volvió a Coruña para dirigir allí el Colegio y atender con diversos grados de implicación y responsabilidad las obras de la Compañía de Jesús en Galicia. Desde el 2020, es Superior de la Residencia de los jesuitas en Santander y consejero delegado del Grupo de Comunicación Loyola.

Antonio Tornel