“Quisiéramos que esa leyenda negra que hemos interiorizado los españoles pierda eco de una vez”
Carmen Iglesias, actual directora de la Real Academia de la Historia, es una reputada intelectual que ha sido pionera en llegar a los mayores puestos de responsabilidad abriendo brecha por su condición de mujer prestigiosa y reconocida. En esta entrevista habla con orgullo del lanzamiento del diccionario biográfico electrónico, al que considera como el principal logro desarrollado por la Academia, y con su profundo conocimiento histórico hace un inteligente análisis de algunos pasajes de la Historia de España, sin eludir diversos temas del panorama actual.
Como directora de la Academia, ¿qué proyectos tiene en curso? ¿Cuál le gustaría que fuera su legado?
El principal logro que hemos desarrollado es el lanzamiento de la herramienta del Diccionario Biográfico electrónico (http://dbe.rah.es), de lo que estamos verdaderamente orgullosos.
El Diccionario es una herramienta verdaderamente excepcional. La están consultando más de 186 países. Vamos a 2.200 usuarios nuevos cada día. Hemos superado en menos de un año más de dos millones de visitas y más de un millón de usuarios.
Son casi 50.000 biografías de personajes alrededor de tres ejes. ¡Seguro que tenemos hasta quién fue el primer registrador! (en efecto, está, entre otras, la biografía de Bienvenido Oliver). La riqueza del diccionario es que tiene un eje cronológico, que recoge personajes desde Argantonio, 2.500 a. C., hasta la época actual. Sólo hay fallecidos, eso sí. Las biografías no se pueden hacer de vivos. Como decían los clásicos, hasta el último instante de tu vida no puedes saber si has sido feliz o desgraciado.
Luego está el eje geográfico, que no sólo es España, sino que son todos los territorios que abarcó la Monarquía Hispánica.
El tercer eje, que es pionero, totalmente novedoso, es que no sólo están los grandes nombres de la administración, de la política, los reinados, sino que están todos los que en algún momento han aportado algo, o han disturbado también, a la comunidad.
¿Y qué quisiéramos dejar? Pues lo que ha sido esta Academia desde hace casi trescientos años. Intentar que esa leyenda negra que hemos interiorizado los españoles pierda eco de una vez. Yo pensé que la habíamos superado hace unos años, pero hemos vuelto otra vez a las andadas.
Le quería preguntar por su condición de primera mujer directora de la Academia de la Historia y una de las primeras mujeres académicas tanto en la Academia de Historia como en la Lengua…
La verdad es que simplemente haces las cosas. También fui la primera catedrática en la Facultad, en Historia de las Ideas. Como mujer los ninguneos han sido constantes. Lo que pasa es que yo pienso que una cosa que tenemos las mujeres, una gran mayoría, es que nos han ninguneado tanto que nos han permitido vertebrarnos por dentro con más fuerza. La verdad es que yo siempre he sido educada en que había que hacer las cosas lo mejor que pudieras y con entusiasmo y que lo que importaba era el mérito individual y no el crecimiento que es puro azar. Tengo el privilegio de que he hecho siempre lo que he querido. Lo que más me gusta es aprender y me gusta transmitirlo. La verdad es que estoy contenta con ello. La vida es complicada para todos. También para los hombres. Ahora estamos en una época de feminismo imparable. En mi época lo hicimos también, fuimos muy pioneras.
Usted fue profesora del Rey Felipe VI, tutora de la Infanta. ¿Cómo ve la monarquía parlamentaria consagrada en la Constitución? ¿Se puede hacer ya un balance del reinado de Juan Carlos I?
A mí me parece que es un éxito, para todos, haber conseguido la democracia a través de la Monarquía Parlamentaria. Es evidente que en el 78 fue fundamental que estuviera ahí una monarquía, que estuviera el Rey Don Juan Carlos es la gran diferencia con otras etapas de la historia, en esta no hubo vacío de poder. En el momento que hay un vacío de poder… Observemos lo que pasó en determinadas épocas: con la invasión napoleónica, luego en los años treinta. En ese vacío de poder suelen triunfar las fuerzas peores. El balance del reinado del Rey Juan Carlos es absolutamente positivo. Las cosas que han salido mal, porque nadie es perfecto, serán notas a pie de página en el paso de la historia. Realmente lo que ha importado, desde el punto de vista histórico, son cuarenta años sin guerras, de bienestar, de desarrollo en todos los sentidos y el paso ejemplar de una dictadura a una democracia europea.
“El Rey Felipe VI es una persona inteligente, sensible y bondadosa, pero también con firmeza. Creo que lo demostró muy bien el 3 de octubre”
En estos días se va a cumplir el primer lustro del Rey Felipe VI.
El Rey es una persona realmente excepcional. He tenido el privilegio de estar con él muchos años. Es una persona inteligente, sensible y bondadosa, pero también con firmeza. Creo que lo demostró muy bien el 3 de octubre, como salvaguarda de la unidad de España, salió con un mensaje esperanzador, dentro de la labor institucional que a él le corresponde. El monarca parlamentario tiene limitadas sus actuaciones en unos países más que en otros. Por ejemplo, España y Suecia son los países que menos abanico han dejado al monarca. Bélgica tiene más. Yo creo que el balance es absolutamente positivo. Aunque estamos en un momento muy difícil.
V CENTENARIO
500 años de la primera vuelta al mundo completada por Elcano.
Aquí hacemos muchos informes, pero no solemos hacer declaraciones institucionales salvo en momentos especiales. En este caso la tuvimos que hacer porque nos encontramos con que Portugal, que es junto con España la gran potencia marítima en el Renacimiento, hizo muchísimas hazañas marítimas, pero esta no la hizo. El que fueran a un organismo internacional cultural a inscribir la ruta magallánica solamente como “Magallanes y Portugal”, no corresponde al hecho histórico en absoluto. La circunnavegación es una empresa española de Carlos V que se la encargó a Magallanes, que había venido a Sevilla enfadado con su rey. Desde luego, la vuelta al mundo la hizo Elcano, no Magallanes, que era un buen marino pero no llegó ni siquiera a las Molucas. Se quedó en lo que ahora es Filipinas. La vuelta al mundo es una empresa española. En la expedición hubo marineros de muchos lugares de Europa, también portugueses, pero la financiación y dirección fue de la Monarquía Hispánica.
Hemos tendido un lazo con Portugal para que no se sintieran mal, en el sentido de que el conocimiento científico y técnico que se tenía en la época es un poco de todos. No hay más que recordar los excelentes cartógrafos y navegantes de uno y otro país.
Vamos con otro V Centenario, la conquista de México. ¿Qué opina de la figura histórica de Hernán Cortés?
Bueno, a Hernán Cortés le pasa lo que a Maquiavelo, en otro contexto y en otro plano de realidad. Son personajes tan potentes, que no solamente es su biografía y su época, sino que hay que trazar la biografía de su fama. En Hernán Cortés ocurre eso: cubre tantas facetas… Es explorador, es conquistador, es estadista. Es un hombre culto.
En esta época, a diferencia de los anglosajones que van a colonizar, por ejemplo, como pasó en Australia ya en nuestra época, que mandan directamente a los condenados y lo primero que hacen es exterminar a los indígenas, la Monarquía Hispánica hace todo lo contrario: el mestizaje. Naturalmente que hay violencia, siempre que hay un encuentro de civilizaciones hay violencia. Pero la Monarquía Hispánica es inclusiva. Fue la primera globalización. México, Nueva España, fue uno de los centros. La Monarquía Hispánica se caracteriza por ser policéntrica, es decir, no hay un único centro y una periferia, sino que todo está integrado. Hemos hecho unas conferencias sobre la primera globalización y es impresionante que la primera vez que aparecen Don Quijote y Sancho representados en una procesión festiva, como figuras populares, es en 1607, en la parte sur del Perú, en un lugar que se llama Pausa.
Es muy impresionante, porque lo que pasa en Lima o en México es lo mismo que está pasando en Sevilla, o en Madrid. Las pestes, los terrores, las fiestas, las obras de teatro. Hernán Cortés es el que abre y organiza precisamente, la gran ruta globalizadora hacia el Pacífico y Oriente.
Al hilo de eso, aunque los paralelismos históricos son complicados, ¿la conquista española puede asemejarse a la romanización? En el sentido de creación de ciudades, de una civilización…
Cuando Humboldt, que no era precisamente prohispano, pero que viaja por todo lo que es el continente a finales del XVIII y principios del XIX con un pasaporte que le da Carlos IV y no puede evitar, cuando llega a Filadelfia, comprobar que aquello era un poblacho al lado de las ciudades que había recorrido en la América española, con las catedrales, las universidades, la pavimentación, la urbanización. En la obra de Humboldt hay una descripción espléndida de los virreinatos y sus ciudades y de una Cuba riquísima, como lo ha sido siempre, hasta ahora que es pobre.
Le pregunto por el siglo XVIII, del que usted es especialista. La utilización del final de la Guerra de Sucesión por parte del independentismo.
Eso es realmente irritante. Han falseado totalmente, con un cinismo que asombra, la Guerra de Sucesión (y no de secesión), que es una guerra dinástica, una guerra europea, sobre todo por el asiento de negros y por las riquezas de América que se están disputando Inglaterra y Holanda. Dentro de la Guerra de Sucesión, tras la muerte de Carlos II, el último Austria, en 1700 llega el nuevo rey, Felipe V, recibido en Barcelona y en todas partes, jurando los fueros. Solamente en 1703, cuando Holanda e Inglaterra se preocupan porque parece que hay una inclinación hacia Francia para el asiento de negros, es cuando ya se empiezan a movilizar y cuando la escuadra holandesa se planta frente a Barcelona. Ahí ya, con división interna, Cataluña se inclina por el austracismo, pero no en bloque. La Guerra de Sucesión fue una guerra dinástica y una guerra comercial fundamentalmente.
Simplificando mucho, ¿se podría hablar del XVIII como un siglo positivo para España pero que termina con el desastre napoleónico?
Lo peor que nos ha pasado en la historia, aparte de la Guerra Civil del 36, que lamentablemente la seguimos arrastrando, para sorpresa de los historiadores, es la invasión napoleónica, porque rompe totalmente la trayectoria que llevaba el siglo XVIII de reformas muy importantes. Hay un avance magnífico.
La invasión napoleónica fue tremenda. De las guerras napoleónicas fue la más larga, con tres ejércitos a la vez, más los guerrilleros, aparte del ejército español. Estaba el francés, que sabemos que era una rapiña. Eso de que se piense lo de que los soldados franceses venían con el código civil en la mochila, de eso nada. Arrasaban. Pero luego teníamos unos aliados, como fueron los ingleses, que hacían lo mismo. Quemaron fábricas de porcelana, de tejidos…, todo lo que encontraban. Y luego, no digamos ese final, llevándose el equipaje del rey José, eligiendo Wellington las doscientas piezas principales, que luego se las regaló graciosamente Fernando VII.
“Lo peor que nos ha pasado en la historia, aparte de la Guerra Civil, es la invasión napoleónica, porque rompe totalmente la trayectoria que llevaba el siglo XVIII de reformas muy importantes”
Y la mala suerte que tuvimos, que después de esa invasión napoleónica, donde quedó el país devastado, vino Fernando VII, que no fue, precisamente, un rey para ponerle de ejemplo de concordia, sino todo lo contrario.
Usted tiene un libro, Razón y sentimiento en el Siglo XVIII. Le preguntaría por el sentimiento y la política, pero más en la actualidad que en el XVIII.
Yo siempre he estado muy pegada a la ciencia de cada momento. Con el populismo y la emocionalidad que existe ahora, hay que irse a la fuerza de la neurociencia. Una de las cosas más impresionantes es ver cómo la neurociencia actual está evidenciando de forma experimental lo que los grandes pensadores han dicho desde siempre: el poder corrompe y la emoción hay que controlarla. El llevarse por la emoción, ese populismo, está también en la naturaleza humana. Siempre ha habido fanáticos, siempre ha habido sectores que han intentado imponer exactamente su criterio por encima de todo. En este momento, realmente, tengo que decir que estoy perpleja, porque, estudiando, por ejemplo, en el XVIII lo que fue la constitución americana, los efectos que tuvo fueron más beneficiosos que los que tuvo la Revolución francesa, que fue mucho más violenta. Todo el tiempo estuvo en el continente apoyada en el Estado, en la fuerza, mientras que en la constitución americana eso de la vida, la libertad y la felicidad, eran derechos del individuo. Pero es el individuo el que tiene que ejercerlos, mientras que en Europa el protagonista ha sido más el Estado.
Pues hablaba de la perplejidad porque Trump en el poder trastoca todo… Supongo que cuando pase un poco más de tiempo se podrá analizar históricamente la confluencia de las nuevas tecnologías que están transformando el mundo y las famosas redes, que yo creo que han sido un elemento fundamental en la lucha por el poder. Nunca hay ganancias absolutas en la historia. La democracia, que nos ha costado mucho conseguirla, es una tela de Penélope, es muy frágil. Y lo mismo ocurre con la libertad del individuo, que está absolutamente en cuestión en todas partes. Cada vez más.
Todas las épocas tienden a pensar que su época es nueva y que es la peor. O la mejor en algunos casos, como en el XVIII y XIX. Pero generalmente se creía que todo empeoraba. Ahora vamos convenciéndonos de que el ciudadano, por lo menos el hombre común, el ser humano, nunca ha vivido, sea rico o pobre, como hasta ahora. Porque también a los ricos un dolor de muelas les podía llevar a la tumba. Una amalgama de cosas, el propio desarrollo, el propio bienestar material que se tiene, esas nuevas tecnologías, y una falta de educación cívica en algunos lugares de nuestro país, ha llevado a ese exceso, a ese narcisismo de que cualquiera puede decir cualquier cosa y quedarse tan fresco, inventando y negando o ignorando la verdad de los hechos; como decía Hannah Arendt, cuando las opiniones sustituyen a los hechos hay que echarse a correr. Porque era lo que había pasado en el nazismo, en los totalitarismos, en las mentiras. Lo impresionante es que a pesar de esas experiencias estemos volviendo a ello. Porque estos momentos populistas, sean de derechas o de izquierdas, son fundamentalmente totalitarios y, desde luego, los separatistas catalanes claramente son radicales. Lo que quieren es imponer. Los otros son el enemigo. Se les deshumaniza. Todos los españoles somos para ellos no sé qué cosas: salvajes, basura, etc. Se deshumaniza al otro para en algún momento destruirle. Como se hizo en su día con los judíos. Como hacen en algún momento todos los movimientos totalitarios. Esperemos que nunca lleguemos a ello.
¿Y por qué la baja autoestima de los españoles? Su mala percepción o su mala relación con su historia. Apuntaba antes a la leyenda negra interiorizada.
He escrito bastante sobre eso, en ensayos como No siempre lo peor es cierto, un título de una obra de Calderón, que me gustó mucho, y era precisamente sobre eso, sobre la leyenda negra. Hay ese momento de hegemonía de la Monarquía Hispánica, que dura tres siglos, pero especialmente en el siglo XVII, que es una época de fuerte creencia religiosa, donde todavía las supersticiones, el miedo, lo sobrenatural, el castigo de Dios, es algo que fundamenta la sociedad de la época. Hay una conciencia muy clara en los arbitristas del siglo XVII, desde principios, de que todo lo que sube tiene que bajar. No lo llaman decadencia sino declinación. Es algo común de la época. Felipe II, cuando le dan la noticia de la Gran Armada, la impresión que se transmite es la de “Dios nos ha abandonado”. La Gran Armada, objetivamente, aun con su desastre, no tenía la importancia decisiva que se le dio. Pero sí hay una percepción, según la creencia de la época, de que va a empezar la declinación. Existe ese sentimiento de pérdida. Eso pasa por etapas. En el XVIII hay una etapa que es buena: la autoestima sube pero al mismo tiempo leer a los ilustrados, a Montesquieu, es irritante; en Cartas persas, solo escribe tópicos sobre España y los españoles, y no se molestó nunca en venir aquí. Los ilustrados estuvieron más acomplejados de lo que debían, aunque salieron en defensa de la nación. Y luego en el siglo XX la dictadura franquista, que dura cuarenta años con la falta de libertades, supongo que ha quedado esa percepción de “esto sólo pasa aquí”. Y es falso. Ha faltado una historia comparada constante con los demás países para ver que en todos ocurren cosas malas y buenas. ¿Cómo combatirlo? Pues yo no lo sé. Con educación. Pero la educación también ha fallado. Especialmente las Humanidades han sido relegadas casi totalmente: el estudio de los clásicos, la filosofía y sobre todo la Historia, que ha sido manipulada y fragmentada por grupos ideologizados y frivolizada una y otra vez, con fines políticos.
Antonio Tornel