Hace cinco años, en una comunicación que remití a mis compañeros del Decanato cuando tomé posesión de mi cargo como Decana Territorial, tuve ocasión, no solamente de ponerme a su disposición, sino de trasladarles que asumía el relevo del hasta entonces Decano, Pablo de Angulo, y de los Decanos Territoriales que le precedieron a su vez. Entonces, me pronuncié por primera vez sobre nuestra función y la línea de trabajo de la Junta Territorial, siendo nuestra prioridad y nuestra responsabilidad esforzarnos al máximo en la continuación de los proyectos que los Decanos Territoriales que nos han precedido y los compañeros que trabajaron a su lado, han construido a lo largo de estos últimos veinte años al frente de nuestro Decanato. Un Decanato ejemplar, por su elevado nivel de autoexigencia, por la constante búsqueda de excelencia en el trabajo, por el prestigio y capacidad de los compañeros que lo integran, por su compromiso corporativo, el interés y la implicación de todos en la aplicación de los recursos tecnológicos más avanzados a la calificación, y la participación activa en la evolución y mejora del servicio público registral.
Poder formar parte de la historia de este Decanato es un privilegio, a pesar de que la convulsión y la inestabilidad políticas, y a su vez la creciente politización de muchas instituciones, las circunstancias cambiantes de la llamada “sociedad líquida”, la inasumible cantidad de normativa, jurisprudencia y legislación a la que tenemos que enfrentarnos (sin más remedio que vencer estudiando y aplicar con solvencia), la crisis sanitaria causada por la pandemia que aún estamos atravesando y la incertidumbre a que todo ello nos conduce, nos pone a prueba como corporación y nos convierte a los representantes corporativos en responsables de la imagen y de la respuesta que la sociedad, la Administración y los ciudadanos esperan de un colectivo como el nuestro en un entorno (Andalucía Oriental), azotado por graves crisis económicas, con una actividad cada vez más intensa, y en el que las cualidades de mis compañeros y el perfil de cada uno de ellos son piezas esenciales de un bloque especial y único. Hoy, y desde la perspectiva de quien custodia el valioso fruto de tantos esfuerzos colectivos y conoce el riesgo de perder o perjudicar aunque sea parte del mismo, puedo garantizar que la dificultad de la gestión de nuestros intereses no puede nunca sobrellevarse solo con la inteligencia, prudencia y sensatez de unos pocos, sino que muy al contrario, la defensa valiente y sin reservas del beneficio común, requiere un rotundo compromiso de todos, y necesita la implicación, solidaridad y lealtad incondicionales de cada uno a los propios principios y a los intereses de los demás compañeros. Y ese compromiso es el Decanato de Registradores de Andalucía Oriental.
Nuestra prioridad y nuestra responsabilidad es esforzarnos al máximo en la continuación de los proyectos que los Decanos Territoriales que nos han precedido y los compañeros que trabajaron a su lado, han construido a lo largo de estos últimos veinte años al frente de nuestro Decanato
Contamos, como valiosísimo recurso, con la voluntad y el trabajo de numerosos compañeros, que lejos de evitar la sobrexposición, han puesto desinteresadamente sus conocimientos, su tiempo y su energía al servicio de todos los demás. Desde César Frías, Javier Angulo, Eduardo Entrala, y Pablo Angulo, al frente del Decanato como Decanos Territoriales, son muchos los compañeros que han escrito sus nombres en el histórico del Decanato. Una tarde conversando con cualquiera de ellos es la mejor forma de asomarse a la evolución de nuestra función en todos los aspectos. En sus conversaciones, llenas de sabiduría y experiencia, se deslizan los nombres de compañeros ya eternos, como David García Vitoria o Tesifón Joya, Carmen López o Conchita Rodríguez; José Antonio Ruiz Rico, padre de Pepe y tío de Juan Francisco, que fue pionero en la formación del personal; Cayetano Utrera, hombre de peso en la sociedad malagueña, que además de ser recordado por su carisma, fue cofrade, ejerció como notario y registrador en la capital malagueña, donde además fue alcalde elegido alcalde, y el también muy querido y admirado, Ángel Lacal; y los queridos veteranos Ramón Orozco, Nicolás Rico, Pedro Rueda, Pepe Quesada, Felipe Martínez del Mármol, Constantino Reca o Fernando Villanueva, maestro de otros muchos y muy implicado en la preparación de oposiciones.
Entre nuestros compañeros, muchos han ocupado cargos de responsabilidad colegial, en la Junta de Gobierno y en la Dirección General, como Antonio Gallardo, Jesús Camy, Joaquin Delgado, Gabriel Alonso, Pepe Torres, Nieves Ozámiz, Juan María Díaz Fraile, o Basilio Aguirre, el propio Eduardo Entrala o César Frías. Muchos otros dedican gran esfuerzo a las academias de preparación de jóvenes opositores con notable esfuerzo y extraordinario éxito, como Juan Cartagena, Sergio Velasco, José Carlos Roca, Rosa Alés, Javier Herrero, Concepción Siles, José Antonio Jiménez, o Miguel Ángel Fernández, y muchos otros han colaborado y colaboran en tareas corporativas a nivel territorial, buscando siempre la excelencia en su trabajo y haciendo valer su importancia desinteresadamente en los foros universitarios y académicos, como Iñigo Mateo, José Luis Lacruz, Javier Brea, Luis Martín, Elena Martín, Matilde Ros, Belén Santolalla, Pepe y Juan Francisco Ruiz-Rico, Pedro Morilla, Gonzalo Diéguez, Cristina Palma, Paco Taboada, José Miguel Crespo, José Luzón, Belén López, Javier García Hernández, Miguel Ángel Álvarez, Diego Ortega, José Ignacio Marquina, Laura Torres, Joaquín de los Ríos, María García, Jorge Alonso, Miguel Román, Nacho González, Irene González, o el polifacético y admirado Juan Guillermo González-Meneses.
He tenido el honor de representar al Decanato en ocasiones de gran solemnidad, asistir a la jubilación de ciertos compañeros, a homenajes y reconocimientos dirigidos a algunos de ellos, e incluso a la imposición de la Cruz de San Raimundo de Peñafort a parte de los citados, y a la entrega de la medalla al mérito por servicios especiales de la Universidad al colectivo. He representado al Decanato en presentaciones, reuniones de trabajo, actos académicos e institucionales. Igualmente lo he representado en tristes despedidas a algunos compañeros y familiares, y en alegres celebraciones con motivo del día del patrón o de las fiestas navideñas. Hemos celebrado el aprobado de nuestros alumnos de oposiciones, y hemos salido al paso de grandes dificultades en los últimos meses. De todos esos recuerdos e instantáneas guardo como el más valioso la celebración del homenaje que cada dos años realizamos al compañero Pepe Lanzas, prematuramente fallecido, y a quien recordamos con cariño compartiendo un domingo de tenis junto a nuestras respectivas familias.
Y el Decanato de Registradores de Andalucía Oriental es éste, y esta imagen es el “fiel reflejo de su realidad”. Es talento, inteligencia, solidaridad, acercamiento al ciudadano, servicio público, eficacia, juventud, modernidad… y corazón. Siempre, y por encima de todo, corazón.
Rosario Jiménez Rubio