“Hoy en día sigue habiendo demasiados techos de cristal que hay que romper”
¿Qué representa para usted la fecha del 8 de marzo?
El 8 de marzo no es una fecha para celebrar, sino para conmemorar la lucha de las mujeres por conseguir la justa y merecida igualdad de trato. Es un día para recordar la muerte de 140 mujeres trabajadoras en una fábrica en Nueva York, las protestas de las obreras por mejorar las condiciones laborales o las manifestaciones de las sufragistas. En esa época las reivindicaciones de las mujeres tenían que ver con lograr unas condiciones laborales dignas o la reclamación de un derecho que hoy en el mundo occidental nadie cuestiona como es el derecho al voto. Ahora, 230 años después de que Olympe de Gouges, en plena Revolución Francesa, expresara que hombres y mujeres podían compartir el mundo en pie de igualdad, hemos avanzado pero aún queda mucho camino por recorrer para que la igualdad entre hombres y mujeres descienda del plano teórico a la realidad, para que en cualquier lugar del mundo, cada mujer, cada niña pueda tomar sus decisiones, libres de violencia y discriminación.
El 8M es un símbolo para la acción y la reflexión colectiva. Para recordar y sentir que somos muchas en este largo camino y que no estamos solas. Para dejar muy claro que no se puede consentir que haya un porcentaje tan alto de mujeres que siguen sufriendo acoso sexual. Por no hablar de la pervivencia, en pleno siglo XXI, de situaciones especialmente degradantes para la mujer, como la cosificación y mercantilización extrema del cuerpo femenino que la prostitución hace posible todavía hoy en día. La batalla, librada por tantas generaciones de mujeres valientes, aún está lejos de ser un éxito total.
Hoy en día sigue habiendo demasiados techos de cristal que hay que romper y que, al menos desde la Generalitat Valenciana, estamos quebrando con la inclusión de la visión de género en toda nuestra acción política y normativa. Es un combate de todas, pero también de todos, que hemos de librar cada día. Comparto la idea de Amelia Valcárcel, que asegura que “a quienes no les agrada el feminismo tampoco suele gustarles la democracia”.
Usted ha calificado como “terrorismo machista” la violencia de género. ¿Cómo podemos luchar contra esta lacra de un modo más eficaz?
La violencia que se ejerce sobre las mujeres por el mero hecho de serlo, el terrorismo machista, es un problema de Estado que debilita nuestra democracia. Por ello es imprescindible que todas las instituciones públicas, todos los profesionales y la sociedad civil trabajemos conjuntamente para erradicarlo.
Nuestra actuación como Generalitat ha de ir dirigida a la adopción de medidas transversales que pivoten en tres direcciones: educación, prevención y protección. En nuestro país más del 80% del maltrato sigue oculto. Son mujeres que nunca han denunciado ni han pedido ayuda a nadie. El sistema debe de estar preparado para prevenir y detectar las situaciones de maltrato. Desde la Conselleria de Justicia hemos puesto en marcha un plan basado en tres ejes: más recursos para ayudar y proteger a las víctimas, formación de las plantillas que atienden de manera integral a las víctimas y coordinación con todos los agentes y servicios públicos implicados.
«La violencia que se ejerce sobre las mujeres por el mero hecho de serlo, el terrorismo machista, es un problema de Estado que debilita nuestra democracia»
Como consellera de Justicia, Interior y Administración Pública, ¿qué iniciativa considera inaplazable para fomentar la igualdad como valor constitucional?
Sin duda la abolición de la prostitución. Es inadmisible, que en una democracia madura como la española todavía se consienta algo tan humillante como la prostitución. Las aproximadamente 100.000 mujeres que se ven abocadas a ejercerla lo hacen forzadas -según los pocos estudios que han tratado de cifrar esta lacra-, por mafias o proxenetas, y en su mayoría por cuestiones económicas de fondo. Además, los números hablan por sí mismos. El 71% de las víctimas de la trata son mujeres y el 95% son vendidas para ser explotadas sexualmente. Sólo en España, se calcula que la explotación sexual movió 3.700 millones de euros en 2019, gastados por 15 millones de clientes que se convierten en 15 millones de cómplices y que hacen que seamos el tercer consumidor mundial de sexo pagado, sólo superado por Tailandia y Puerto Rico.
Una sociedad como la nuestra no puede consentir semejante vergüenza, y para librarse de ella sólo hay un camino: la abolición. Es necesario por una parte revertir la reforma del Código Penal de 2015 ya que incluye demasiados condicionantes para castigar el proxenetismo. Y sobre todo urge una nueva ley integral contra la trata y la explotación sexual que castigue a los proxenetas, penalice a los clientes y ayude a las mujeres tanto en el ámbito laboral como social.
En esta línea, desde la Conselleria de Justicia hemos impulsado la creación de un foro para la abolición de la prostitución que elaborará un catálogo de medidas de dos tipos: unas que agilicen los trámites administrativos para ayudar a estas mujeres y otras que constituirán la propuesta valenciana para que el Estado realice los cambios normativos que permitan erradicar la prostitución.
Tras una fecunda trayectoria profesional iniciada desde su profesión de fiscal, ocupando muy diversos puestos de responsabilidad, ¿cuál ha sido el obstáculo que, por ser mujer, ha encontrado en su carrera que más le haya sorprendido?
Pertenezco a una carrera donde ya casi el 70% de los fiscales que ingresan anualmente son mujeres. En los años 90 cuando yo ingresé en la carrera fiscal ya éramos más mujeres que hombres en mi promoción. Los obstáculos no los he encontrado en el ejercicio de la profesión sino en las dificultades para conciliar la vida familiar y profesional. La maternidad y las responsabilidades que tradicionalmente hemos asumido las mujeres han limitado durante muchos años nuestra capacidad para poder competir con los hombres y nos ha obligado a mayores sacrificios y esfuerzos para poder sobrellevar la doble responsabilidad profesional y familiar. Esto nos ha situado siempre en una situación de partida desfavorable a la hora de optar a los puestos de mayor jerarquía. Y cuando lo consigues, miras atrás y te das cuenta del sufrimiento y sacrificio que se queda en el camino. Por ello es tan importante superar roles y estereotipos y establecer medidas de discriminación positiva para remover todos los obstáculos que impiden a las mujeres promover profesionalmente en las mismas condiciones que los hombres.