Señor, permitidme que os exprese nuestro más profundo agradecimiento por honrarnos con Vuestra Presencia en esta ceremonia de entrega del Premio Gumersindo de Azcárate al Poder Judicial.
Es un verdadero honor recibir este galardón, lo que hago en nombre de todos los jueces y juezas de este país. Este premio encarna los valores de integridad, servicio público y compromiso con el Estado de Derecho y cobra mayor significado aún con Vuestra presencia. La sentimos como un respaldo de la Jefatura del Estado a la independencia y dignidad del Poder Judicial, y como un reconocimiento importante a la labor silenciosa de quienes, desde la Justicia, nos esforzamos por contribuir al fortalecimiento de nuestra democracia.
Majestad, en nombre de todos los miembros de la Carrera Judicial, quiero también manifestar mi más sincero agradecimiento al Colegio de Registradores de la Propiedad, Mercantiles y de Bienes Muebles de España y al Decanato Autonómico de ese mismo Colegio en Madrid, por este premio. Lo recibo en representación de los jueces y juezas españoles que, día a día, trabajan por la tutela de los derechos e intereses legítimos de los ciudadanos, bajo el imperio de la Ley y contribuyen con ello a que la sociedad sea más justa e igualitaria.
Pero también es un recordatorio de la responsabilidad que pesa sobre nosotros. Queremos estar a la altura de lo que los ciudadanos esperan de una Justicia independiente, imparcial y responsable. En nombre de todos los miembros del Poder Judicial, reitero, mi más profundo y sentido agradecimiento.
“Este premio encarna los valores de integridad, servicio público y compromiso con el Estado de Derecho y cobra mayor significado aún con Vuestra presencia, Majestad. La sentimos como un respaldo de la Jefatura del Estado a la independencia y dignidad del Poder Judicial, y como un reconocimiento importante a la labor silenciosa de quienes, desde la Justicia, nos esforzamos por contribuir al fortalecimiento de nuestra democracia”
Agradezco mucho la presencia y las palabras del ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, que interpreto como un apoyo sin fisuras al Poder Judicial, a la independencia y a la legitimidad constitucional de los jueces españoles. Agradezco que se una a este homenaje a los jueces a pesar de la situación complicada que los miembros de la Carrera Judicial estamos viviendo y que es especialmente llamativa en los últimos tiempos.
Promover la confianza en las instituciones que nos dio la Constitución es una obligación de todos los poderes públicos, tal y como señala el Informe del Estado de Derecho de 2024 de la Comisión Europea, que indicaba que “los miembros de los poderes legislativo y ejecutivo, todos los poderes del Estado, deben fomentar y preservar la confianza de la ciudadanía en las instituciones constitucionales, incluido el Poder Judicial”.
Como se puede ver, no estamos solos. La defensa de la independencia judicial es un compromiso de España, como miembro de la Unión Europea y del Consejo de Europa. Las instituciones europeas nos recuerdan, con frecuencia, que el Estado de Derecho es un requisito indispensable para la pertenencia a la familia democrática europea. Por eso debemos estar a la altura de ese compromiso.
Invito, pues, a todos los poderes del Estado a renunciar a cualquier tentación de instrumentalizar la Justicia. Como he dicho recientemente, es necesario recuperar el debido respeto por los tribunales y por quienes los sirven, un respeto que nunca debería haberse perdido y es básico para la convivencia social y para el ejercicio sereno de la función jurisdiccional.
Gumersindo de Azcárate, uno de los fundadores de la Institución Libre de Enseñanza, extraordinario jurista y ejemplar político español, expone en su obra unas ideas que siguen siendo referentes en la defensa de los principios fundamentales de nuestra democracia. Azcárate fue un firme defensor de la independencia judicial y la separación de poderes, pilares esenciales para garantizar una justicia imparcial y equitativa.
“La defensa de la independencia judicial es un compromiso de España, como miembro de la Unión Europea y del Consejo de Europa. Las instituciones europeas nos recuerdan, con frecuencia, que el Estado de Derecho es un requisito indispensable para la pertenencia a la familia democrática europea. Por eso debemos estar a la altura de ese compromiso”
En su obra, El Régimen Parlamentario en la Práctica, concibe el judicial como el “único poder encargado de reparar el derecho”. Dice entonces que “si la ley es la garantía del derecho, los tribunales son la garantía de la ley”.
Esta acertada visión del Poder Judicial, descrita hace más de un siglo, nos lleva a una reflexión que creo importante recordar hoy en día: La independencia, que es el primero de los atributos que nuestra Constitución dispensa a los integrantes del Poder Judicial, constituye uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho.
Afortunadamente, hace ya muchos años que, gracias a la Constitución que nos dimos los españoles, esa independencia es una realidad en nuestro país. El Poder Judicial está únicamente sometido al imperio de la ley, pues solo una Justicia independiente garantiza a los ciudadanos que sus derechos están protegidos frente a posibles excesos que puedan provenir de particulares o de otros poderes del Estado.
El Poder Judicial se diseña en la Constitución como un verdadero poder, junto al Legislativo y el Ejecutivo. Por tanto, ha de mantenerse esa configuración del Poder Judicial como un poder rodeado de las garantías que lo hagan digno de este nombre. Es un contrapeso a los demás poderes del Estado y, en definitiva, viene a servir de equilibrio a la sociedad democrática.
Pero vivimos tiempos en los que esos valores requieren de una defensa serena, firme y constante. Porque, lo que está en juego no es un interés corporativo ni una prerrogativa de los jueces, sino que está en juego la propia sociedad democrática.
Solo aquellos Estados en los que la división de poderes está plenamente garantizada son verdaderos Estados de Derecho, y de ahí la importancia de salvaguardar esta independencia judicial frente a posibles injerencias que, lamentablemente, hemos visto en algunas ocasiones.
Debo recordar, una vez más, mi petición a los poderes públicos -y, por supuesto, al conjunto de la sociedad civil- para que respeten el trabajo de los más de 5.500 jueces de nuestro país, para que puedan desempeñar su función de interpretación y aplicación de las leyes, en cualquier circunstancia, sin presiones ni perturbaciones externas.
Esto no significa, por supuesto, que debamos permanecer ajenos a la diversidad de opiniones, a la discrepancia o a la crítica, que, cuando es constructiva y respetuosa, también nos puede ayudar a mejorar.
Todas las resoluciones judiciales pueden y deben ser objeto de debate y de crítica, pero hay un salto cualitativo cuando esa crítica va dirigida a cuestionar la honestidad profesional del juez. Esto es lo que no resulta admisible.
El sistema procesal cuenta con mecanismos de garantía suficientes para corregir las resoluciones que, en su caso, contengan errores. Y toda resolución judicial es susceptible de ser revisada, con garantías de imparcialidad, por jueces distintos a los que las han adoptado.
Los jueces estamos obligados a actuar con publicidad y a motivar en Derecho nuestras decisiones. Es la calidad de los argumentos empleados la que puede y debe ser sometida a escrutinio público.
Por ello, Señor, desde el Consejo General del Poder Judicial, estamos especialmente preocupados y seguiremos vigilantes en nuestra labor de salvaguarda que la Constitución nos atribuye respecto a la independencia judicial.
El conocimiento del ordenamiento jurídico, garantizado por la superación de un proceso selectivo exigente, basado en la igualdad de oportunidades, la total transparencia, el mérito y la capacidad; y la vocación de servicio a los ciudadanos, junto con un estatuto profesional adecuado y acorde con la Constitución, son las condiciones necesarias para el ejercicio de la función judicial con independencia e imparcialidad.
Cualquier reforma o iniciativa normativa tienen como límite lo que la Constitución dispone sobre el Poder Judicial.
Esfuerzo, responsabilidad y cercanía a los ciudadanos a los que sirven son las notas que definen a los jueces españoles, grandes profesionales que trabajan en silencio, con recursos escasos y no siempre en las mejores condiciones.
Por todo lo anterior, en nombre de todos los jueces españoles, agradezco especialmente este reconocimiento al Poder Judicial, tan necesario en estos tiempos en los que cada vez más se cuestiona nuestra actuación.
“Esfuerzo, responsabilidad y cercanía a los ciudadanos a los que sirven son las notas que definen a los jueces españoles, grandes profesionales que trabajan en silencio, con recursos escasos y no siempre en las mejores condiciones”
Hago extensivo ese reconocimiento a los vocales del Consejo General del Poder Judicial, que desde el comienzo de mi mandato como presidenta han buscado el consenso en todo momento, en beneficio de la Justicia. Ello ha hecho posible que, hasta la fecha, se hayan realizado 120nombramientos de cargos judiciales, más del 40 % de ellos de candidatas mujeres, y que se haya recuperado la normalidad en todas las Salas del Tribunal Supremo. Agradezco por tanto la honestidad y dedicación de todos los vocales del Consejo.
Quiero también aprovechar esta intervención para felicitar al Colegio de Registradores por su gran labor en defensa de la certeza y la seguridad jurídica y por su constante contribución a hacer efectivo dicho principio constitucional, esencial para el correcto funcionamiento del Estado de Derecho; guía, también, para el Poder Judicial. De manera especial, me gustaría destacar el éxito del proceso de digitalización de los Registros, con su decana a la cabeza. Mi más sincera enhorabuena por estos avances. Son importantes mejoras del sistema jurídico español que deben ser puestas en valor.
Termino ya, agradeciendo de nuevo este galardón al Colegio de Registradores de la Propiedad; gracias, querida Decana, por este reconocimiento que nos anima a continuar con nuestro trabajo a todos los hombres y mujeres que integramos el Poder Judicial.
Y, por supuesto, gracias de nuevo, Majestad, por acompañarnos en este acto tan significativo. Vuestro apoyo engrandece esta ceremonia y reafirma el respeto que todos compartimos por las instituciones que garantizan el Estado de Derecho.
Muchas gracias a todos.