Fotos: Daniel G. Mata

Destacados especialistas analizaron las importantes aportaciones del pensador argentino y la trascendencia que tuvo su trayectoria para dos generaciones de universitarios americanos y europeos.


La Fundación Coloquio Jurídico Europeo celebró unas jornadas en homenaje a la memoria de Ernesto Garzón Valdés (1927-2023), quién fuera fundador y presidente vitalicio de la Fundación.

Las jornadas, organizadas por Manuel Atienza y Jorge Malem, tuvieron un carácter híbrido, ya que pudieron ser seguidas tanto de un modo presencial como virtual. Eso posibilitó la participación de un grupo nutrido de ponentes de España y de países como Italia, Escocia, Alemania, Argentina, Chile o México.

El acto comenzó con las palabras de la decana del Colegio de Registradores, María Emilia Adán, quién destacó la importancia de la figura de Ernesto Garzón Valdés y su protagónico papel en la creación y posterior desarrollo de la Fundación. Y sostuvo que los juristas prácticos, como los registradores, necesitan de la reflexión y acompañamiento de los teóricos del derecho para mejorar la comprensión y también la actividad de su propia profesión. Llamó, asimismo, a una especie de recreación de la Fundación en la línea del espíritu y acción de su extinto fundador.

Las ponencias fueron distribuidas en tres paneles de discusión y tuvieron como objetivo el tratamiento crítico de algunos de los numerosos temas tratados por Ernesto Garzón en su abundante y siempre rica bibliografía que abarcó cuestiones atinentes al derecho, la ética y la política. 

Manuel Atienza, María Emilia Adán y Jorge Malem.

Previo a las mesas de debate se realizó una exposición, que corrió a cargo de Jorge Malem, sobre algunos aspectos vitales y filosóficos del pensador argentino, a la vez que se puso de manifiesto la conexión y coherencia entre su vida y su obra intelectual. 

SEMBLANZA

Antonio Pau e Isabel de la Iglesia, con la placa conmemorativa a Ernesto Garzón.

Conviene destacar que Ernesto Garzón Valdés no solo fue un excelente académico como profesor e investigador, también se desempeñó como diplomático de carrera. Ingresó en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en 1958 y ocupó los cargos de director de Cultura y de director de Política de la Cancillería argentina. La preocupación por la difusión de la cultura argentina en el exterior siempre fue un eje de sus acciones en el servicio exterior. Así, fundó 15 bibliotecas argentinas en el extranjero y creó 6 museos de arte contemporáneo argentino en capitales latinoamericanas. Bajo su tutela se firmaron numerosos convenios de cooperación científica con Brasil, Estados Unidos, Francia, República Federal de Alemania y Venezuela, entre otros.

El presidente democrático Héctor Cámpora lo designó edecán civil del presidente chileno Salvador Allende en su visita a la Argentina y fue el encargado de reestablecer las relaciones diplomáticas de Argentina con Cuba, Corea del Norte y la República Democrática Alemana.

En 1974 es expulsado del Ministerio de Relaciones Exteriores y de Culto por orden del ministro Vignes, conspicuo miembro de la Logia Propaganda 2, de extrema derecha y bien conocida por sus claros designios delictivos. Su persecución tuvo continuidad durante la sangrienta dictadura cívico-militar argentina (1976-1983) y comenzó, de ese modo, su tercera estadía en Alemania, esta vez como exiliado.

Josep Lluis Martí, Macario Alemany, Manuel Atienza, Isabel Lifante, José Luis Pérez Triviño y Ricardo García Manrique.

Las ponencias fueron distribuidas en tres paneles de discusión y tuvieron como objetivo el tratamiento crítico de algunos de los numerosos temas tratados por Ernesto Garzón en su abundante y siempre rica bibliografía que abarcó cuestiones atinentes al derecho, la ética y la política

Allí fue profesor contratado en la Facultad de derecho de la Universidad de Bonn y logró una cátedra ordinaria, por concurso, en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Maguncia. Fue un docente dotado de cualidades excepcionales. Munido de una gran capacidad pedagógica y de un fino sentido del humor, sus disertaciones fueron siempre claras, precisas, plenas de sentido, sin concesiones a la verborrea inútil.

El respeto hacia los jóvenes formaba parte de su identidad. Muy generoso con su tiempo, estaba dispuesto a dialogar incluso más allá de lo debido. Y no dio para que los otros den, nunca pidió nada a cambio. En las relaciones universitarias, como en los demás ámbitos de su vida, no hizo cálculos de utilidad. Estas, y otras razones que fácilmente pudieran aducirse, generaron que haya discípulos garzonianos tanto en América como en Europa.

No es extraño, pues, que haya sido distinguido como profesor honoris causa en 11 universidades americanas y europeas. Y que haya recibido numerosos galardones como la Medalla Goethe del Instituto Goethe; el Premio de Cooperación Científica Internacional Dr. Luis Federico Leloir o el Premio Konex de platino en el área de Teoría General y Filosofía del Derecho.

Y fue un fructífero artífice en la creación de redes humanas. Forjó innumerables empresas colectivas, consciente de que el progreso intelectual no es el fruto de una mera tarea individual. El Seminario García Maynez en México, el Tampere Club de Finlandia o el Coloquio Jurídico Europeo de Madrid son muestras de este exitoso esfuerzo por aunar voluntades en la búsqueda de un objetivo común.

Sus proyectos editoriales hay que entenderlos en el sentido apuntado. La colección Coloquio Jurídico Europeo, que también se publica en México, es buena prueba de ello. Además, realizó una ingente tarea como traductor. Tradujo más de cien libros sobre todo del alemán, pero también del inglés o del italiano, al idioma español. Así, puso a disposición de lectores iberoamericanos autores como Kelsen, Bobbio, Marcuse, Bloch o Habermas. 

Delia Frfr. v. Mauchenheim RA-Kanzlei, viuda de Ernesto Garzón.

Como investigador analizó una multiplicidad de problemas que abarcan cuestiones de filosofía del derecho, de la moral y de la política. Prefirió escribir artículos a libros, ya que pensaba que, una vez desentrañados los aspectos conceptuales de las cuestiones tratadas, poco interés tenía agregar datos que nada esencial aportaban a su conocimiento. Pero cada uno de estos trabajos están llenos de ideas y comentarios profundos; no era, en ese sentido, un simple divulgador de ideas ajenas.

DEBATE

Muchas de estas ideas fueron discutidas en las jornadas mencionadas. Un grupo de ponentes se refirió a la metaética objetivista que Ernesto Garzón Valdés abrazó en su última etapa como pensador. Esto supone que los juicios morales pueden ser racionalmente fundados. Junto a ello, otro grupo analizó su idea de “coto vedado”. Dicho “coto” hace referencia a los derechos fundamentales de los individuos y que, por esa razón, queda excluido de la negociación política. La cuestión debatida fue cuán robusto debe ser el contenido de dicho “coto” y si la política ha de decidir cómo se implementan los mandatos de ese “coto” más allá de consideraciones técnicas.

Algunos ponentes examinaron la posición de Ernesto Garzón Valdés respecto de los deberes generales positivos. Se puso de manifiesto la finura de las posiciones garzonianas, a la vez que se las relacionaba con otro de los temas centrales de su pensamiento: la idea de responsabilidad.

Celestino Pardo y Antonio Pau en un momento de la jornada.

Asimismo, se prestó atención a su distinción entre catástrofes y calamidades y a la importancia de denunciar los intentos por disfrazar las calamidades, dependientes de acciones humanas, como catástrofes, causadas por eventos naturales.

Tampoco faltaron intervenciones prospectivas, en el sentido de preguntarse qué hubiera pensado Ernesto Garzón Valdés si se hubiera enfrentado a la situación de deterioro de la universidad española actual, al desarrollo de la inteligencia artificial o a los avances de la ética conductista.

El respeto hacia los jóvenes formaba parte de su identidad. Muy generoso con su tiempo, estaba dispuesto a dialogar incluso más allá de lo debido

Antonio Pau y Celestino Pardo expresaron no solo su relación personal con Ernesto, su indiscutible autoridad y su empatía, sino también cómo fue el proceso de creación y los primeros pasos de la Fundación. Y se entregó a Delia Frfr. v. Mauchenheim RA-Kanzlei, viuda de Ernesto Garzón Valdés, una placa conmemorativa, quién agradeció por videoconferencia. Finalmente, las palabras de clausura -breves, emotivas y alentadoras- corrieron a cargo de Pedro Cruz.

Todos los participantes reconocieron sin ambages las cualidades personales e intelectuales de Ernesto Garzón Valdés y la importancia que tuvo su trayectoria para dos generaciones de universitarios americanos y europeos. Y se hicieron votos para que una obra típicamente garzoniana, como es el Coloquio Jurídico Europeo, tuviera continuidad en el tiempo. Será el mejor homenaje de la Fundación a su obra. 

 

 

Por Manuel AtienzaCatedrático de Filosofía del Derecho y Jorge MalemProfesor de Teoría y Filosofía del Derecho