El 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer. Celebración que nos une a todos los ciudadanos, hombres y mujeres, ancianos y niños, nacionales y extranjeros, juntos en el respeto a la diversidad del otro, en el reconocimiento de la igualdad que deriva de la dignidad humana. Con el horizonte de hacer realidad el ODS 5 de la Agenda 2030 de Naciones Unidas.
El artículo 10 de nuestra Constitución es claro al decir que “La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social”.
Hoy este deseo de igualdad en la diversidad, que consagra el artículo 14 de la Constitución Española, es todavía un desiderátum. Estamos en el camino, aunque la meta se nos antoja todavía lejana.
La revista que hoy tienes en tus manos, es una manifestación de ese anhelo de igualdad, formulado por mujeres que creen en la diversidad del talento, de las ideas, de la condición humana. Mujeres principalmente de la política, la economía, la cultura y el derecho, que hoy ocupan puestos de responsabilidad, desde los que irradiar esa voluntad de cambio que sirva de ejemplo a las nuevas generaciones que se miran en ellas. Nos une la convicción de que es posible el sueño de igualdad, aún pendiente de materializarse socialmente, que sirve de guía a nuestros pasos.
La lucha por la igualdad es una misión compartida, donde todos sumamos, hombres y mujeres, potenciándonos, aupándonos unos a otros, porque la igualdad ha de ser fruto de la humanidad, no de una parte a pesar de la otra, o de una parte con la indiferencia de la otra
Hoy las registradoras rozamos la paridad. No siempre fue así. Ha sido un largo camino que se inició con la Real Orden de 24 de abril de 1924, impidiendo el acceso a la carrera a la primera mujer de quien consta su solicitud de ingreso. El Decreto de 29 de abril de 1931, ratificado por la ley de 30 de diciembre del mismo año, abrió a las mujeres la posibilidad de opositar al Cuerpo de Registradores. Este decreto fue pionero, tras el cual se sucedieron otros que posibilitaron el acceso de la mujer a diversos cuerpos de la administración. Hubo que esperar hasta 1941 para que se incorporaran a la profesión las primeras cuatro mujeres: Beatriz Blesa Rodríguez, María de los Ángeles Torcida Fuente, Celia Puente Ojea, Carmen Bono Huerta. En la promoción de 1946 entraron tres compañeras más. El texto refundido de la ley hipotecaria de 1944-1946 exigió ser varón para poder presentarse a las oposiciones de registrador, se retrocedía en los derechos ya adquiridos por la mujer, de nuevo la mujer quedaba excluida en el ámbito registral. Una mujer, Encarnación Torres Vida no se conformó, luchó, y aprovechando una disposición transitoria consiguió presentarse y aprobar en la convocatoria de 1958; otra mujer siguió preparándose durante todo el periodo de prohibición simultaneándolo con el trabajo de maestra, hasta que en 1968 cumplió su sueño con más de 50 años. La ley 56/1961 de 22 de julio sobre derechos políticos profesionales, y de trabajo de la mujer (BOE 24 de julio), en su artículo 3º estableció con carácter definitivo el acceso de las mujeres a las oposiciones a registrador. En 1978 una mujer alcanzó el número uno de su promoción: Isabel Adoración Antoniano. En la promoción de 1988, también con una mujer como número uno, se alcanzó la paridad. En 1994 M.a Jesús Torres Cortel fue elegida por sus compañeros decana autonómica de Galicia, las mujeres rompían el techo de cristal. En el año 2009 Carmen de Grado ocupa el cargo de vicedecana. Hoy 8 mujeres dirigen otros tantos decanatos autonómicos y cuatro registradoras forman parte de la Junta Nacional como vocales, órgano directivo de la corporación.
Todavía queda mucho camino por andar, como se advierte examinando los consejos de administración de las empresas. Aún hoy sólo el 13,7% de los consejos de administración de las sociedades de menos de 150.000 euros de capital social, están presididos por mujeres, incrementándose este porcentaje hasta el 16,5%, en aquellas sociedades con un capital social superior a la citada cifra.
La lucha por la igualdad es una misión compartida, donde todos sumamos, hombres y mujeres, potenciándonos, aupándonos unos a otros, porque la igualdad ha de ser fruto de la humanidad, no de una parte a pesar de la otra, o de una parte con la indiferencia de la otra.
María Emilia Adán