Conmemoramos y celebramos el 40 aniversario de la aprobación por los ciudadanos de España de la Constitución que más tiempo ha regido a nuestro pueblo.
La conmemoramos, como un hecho histórico e incontestable, como una parte de nuestra historia, como un logro de nuestro pueblo, que supo construir una “norma jurídica, plena, eficaz e inmediata” que reconoció sin titubeos en su artículo 10.1 que “La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social”. Un proyecto de convivencia, fundado en el consenso.
Pero también debemos celebrarla, festejarla, porque ese proyecto de paz y libertad, ha sido posible en estos 40 años, y porque alejando de nosotros la nostalgia de las conmemoraciones, hacemos voto de futuro, de voluntad de seguir transitando y profundizando en los derechos y libertades que enuncia, dotándolos de plenitud.
Y en ello debemos comprometernos todos los ciudadanos, especialmente nuestros líderes políticos que en el año 1978 elaboraron la Constitución, y que se unieron al proyecto desde sus diversas responsabilidades con un único objetivo, que en España se consolidara el sistema democrático. Así lo reconocen los protagonistas del libro “Un tribunal para la Constitución”, editado con la colaboración del Colegio de Registradores, quienes perpetuaron en la labor de este tribunal el consenso constitucional, permitiendo y alentando a través de sus fallos que la democracia comenzara a caminar. Es especialmente significativa su labor en el desarrollo del Título VIII en sus primeros cinco años que como recuerda Miquel Roca, “supo definir los conceptos de solidaridad y de unidad, construyéndolos desde la diversidad”.
Los registradores de la propiedad, mercantiles y de bienes muebles estamos comprometidos con la Constitución Española a la que juramos o prometemos al iniciar nuestra trayectoria como servidores públicos, y a la que estamos sujetos de acuerdo con el art 9.1.
Lo estamos a título personal, puesto que numerosos compañeros y compañeras han desempeñado puestos relevantes en la Administración y en la sociedad civil, arrimando el hombro en la construcción de la democracia.
Pero también lo estamos como miembros de la Institución Registral trabajando en hacer efectivo el principio de seguridad jurídica en su fase preventiva (art. 9.3), evitando la indefensión del titular registral en aquellos procedimientos en que debió ser parte (art. 24), potenciando la función social de la propiedad (art. 33.2), dando soporte jurídico a nuestras empresas y a los empresarios individuales para hacer efectivo el principio de libertad de empresa en el marco de una economía de mercado (art. 38), facilitando con la inscripción el derecho a una vivienda digna ya sea en propiedad o en alquiler (art. 47) y permitiendo tanto la igualdad de derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado, como la libre circulación de bienes y capitales (art. 138).
La Institución Registral como manifestación de la transparencia (no hay que olvidar que nuestro emblema es un libro abierto) permite hacer efectivo el principio de igualdad de todos los españoles ante la información que suministra. Todo ciudadano español que tenga un interés legítimo accede en igualdad de condiciones sin importar su condición económica y social al mismo nivel de información. Se evitan así las “asimetrías de la información”, esto es, la información privilegiada y las cargas ocultas que benefician sólo a quien tiene acceso por otros cauces.
Como recordaba nuestra ministra de Justicia, Dolores Delgado, en la entrega de los Premios Gumersindo de Azcárate, al inicio de la Segunda Legislatura de la mesa de edad, tomó la palabra el presidente, el diputado socialista Máximo Rodríguez Valverde. Hizo “un llamamiento a la joven generación de los españoles de la tolerancia, la justicia y la libertad de una u otra ideología para que, con responsabilidad, garantizaran la convivencia y la democracia en España”.
Reivindicamos el compromiso personal de toda la ciudadanía española con nuestras libertades, recordando el esfuerzo que supuso recuperarlas, el patriotismo que supone el dar lo mejor de cada uno por el bien de nuestro pueblo y el deseo de seguir avanzando juntos evitando la autocomplacencia de lo conseguido. Hay mucho camino que recorrer todos juntos, no es hora de pararse al borde del camino.
Este es el legado y el llamamiento que hoy debemos reiterar ante una Constitución viva, que debe seguir siendo el marco desde el que se impulse una nueva etapa de reconocimiento y efectividad de nuestros derechos y libertades. Como señaló S.M. el Rey en el discurso de los Premios Princesa de Asturias: “Porque democracia y libertad es lo que representa y significa para España, para el pueblo español, nuestra Constitución”.