La décimo quinta edición del Premio Gumersindo de Azcárate no podía sino recaer en todos y cada uno de los más de 5.000 jueces y magistrados de toda España, que con independencia y vocación de servicio público, conforman el Poder Judicial con la función constitucional de impartir justicia.

A todos ellos, a todas ellas, va dirigido este reconocimiento que en su nombre recibe la presidenta de su órgano de Gobierno, del Consejo General del Poder Judicial, y del Tribunal Supremo: Isabel Perelló.

Los preside por primera vez una magistrada, proporcionando visibilidad a la normalidad con la que jueces y juezas, codo con codo, ejercen su ministerio cotidianamente en los juzgados y tribunales.

Sus indudables méritos profesionales han propiciado su elección, y a través de ella también se reconoce a las numerosas mujeres que, como consecuencia de una selección basada exclusivamente en el mérito y capacidad, ocupan hoy mayoritariamente los órganos judiciales en pie de igualdad.

Nuestra Constitución, en su artículo 117.1, nos recuerda que la justicia emana del pueblo, y se administra en nombre del Rey, por los jueces y magistrados integrantes del Poder Judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley.

Los registradores de España nos sentimos honrados cuando los tratadistas nos denominan jueces territoriales o fiscales de lo ausente, puesto que para nosotros ustedes son un referente.

La relación entre la judicatura y los registros es muy estrecha, sujeta al mandato constitucional del artículo 118 de la Constitución Española, que nos exige colaboración tanto en el curso del proceso (medidas cautelares) como en la ejecución de lo resuelto mediante su inscripción en los folios registrales, hoy exclusivamente electrónicos, proporcionando eficacia frente a terceros.

“Nuestra Constitución, en su artículo 117.1, nos recuerda que la justicia emana del pueblo, y se administra en nombre del Rey, por los jueces y magistrados integrantes del Poder Judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley”

España, lo digo con orgullo, es un Estado social y democrático de derecho. Ello no sería posible sin el trabajo conjunto de los tres pilares sobre los que se sustenta, el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial, poderes que, sin merma de su independencia, cumplen con su función constitucional bajo la moderación del Jefe del Estado, S.M. el Rey, con pleno respeto a los valores que proclama el artículo 10 de la Constitución Española.

Ayer se cumplieron 40 años de nuestra adhesión a las Comunidades Europeas. Ello no hubiera sido posible si España no se hubiera configurado en un claro ejemplo de colaboración institucional, en un verdadero Estado de Derecho. Es tarea de todos nosotros perfeccionarlo como único camino para alcanzar la paz social.

Decía Voltaire que los pueblos a quienes no se hace justicia se la toman por sí mismos más tarde o más pronto.

Los ciudadanos depositamos nuestra confianza en los jueces, en la seguridad de que ustedes trabajan para hacer posible en nuestra sociedad la libertad, la justicia, y la igualdad. Es una gran responsabilidad, no nos pueden defraudar.

“Los ciudadanos depositamos nuestra confianza en los jueces, en la seguridad de que ustedes trabajan para hacer posible en nuestra sociedad la libertad, la justicia, y la igualdad. Es una gran responsabilidad, no nos pueden defraudar”

Termino mi intervención, la última que pronunciaré en estos premios. Premios que la junta que presido, con la decidida voluntad de su director, Antonio Tornel, volvió a convocar hace ya 8 años, con la finalidad de constituirse en un foro jurídico de encuentro personal.

Y lo hago agradeciendo a Su Majestad, en nombre de los registradores y registradoras, de todo el personal al servicio de la Institución Registral, estos diez años de reinado, en los que la Corona ha cumplido magistralmente con la función que la Constitución le tiene encomendada, como símbolo de unidad y permanencia, arbitrando y moderando el funcionamiento regular de las instituciones.

Señor, cuente con nuestra lealtad, la renovamos día a día desde aquella primera vez en que, al ingresar en el Cuerpo de Registradores, la prometimos o juramos.

Gracias Señor.