A finales de los años 90 los registradores de España pusimos en marcha un sistema pionero en Europa para acceder a la información registral. Bastaba una conexión a internet para poder conocer al instante (Mercantil) o en un breve plazo (Propiedad) todos los datos relevantes para el tráfico jurídico de una sociedad o una finca.

El camino hasta poner en marcha nuestro FLOTI (Fichero Localizador de Titularidades Inscritas) y nuestro FLEI (Fichero Localizador de Entidades Inscritas) no fue fácil pero ahora, con la perspectiva de 25 años de recorrido, se puede afirmar sin temor a equivocarse que constituyó un rotundo éxito donde se establecieron las bases de la evolución futura, no solo del funcionamiento de los registros sino del propio Colegio.

El origen de este avance tecnológico está en la visión, constancia, trabajo denodado e imaginación de un reducido grupo de registradores que, siendo conscientes de la importancia que a todos los niveles estaba teniendo la creciente e imparable penetración de nuevas tecnologías, diseñaron y pusieron en marcha un sistema que permitía mejorar enormemente el acceso a la información registral.

UN POCO DE CONTEXTO 

Para entender cabalmente el avance que el nuevo sistema supuso es necesario situarlo en su contexto, finales de los años 90’ del pasado siglo.

En esa época la extensión de internet era muy limitada y aunque los más curiosos conocían su existencia, muy pocos tenían acceso y lo usaban. Apenas se utilizaba el correo electrónico. En 1995, se estimaba que solo había unos 50.000 usuarios de internet en España. Hacia finales de la década, en el año 2000, la penetración apenas llegaba al 13% de la población, concentrado naturalmente en grandes ciudades.

La situación por aquel entonces del acceso a la información registral tenía, por decirlo así, un amplio margen de de mejora. Las notas simples consistían en fotocopias de los folios registrales y la interconexión entre los registros era inexistente. 

Presentación del FLEI.

ANTECEDENTES

A principios de los 90’ se puso en marcha con enorme esfuerzo el llamado BCIR (Base de Datos Central de Índices Registrales) que consistía en un archivo que contenía nombre, apellidos, DNI del titular y folio, n.º y municipio de la finca y poco más. La base de datos se alimentaba con la remisión mensual desde cada registro al Colegio de un disquete que se grababa ex profeso para esta finalidad. En mi primer destino se había adquirido un ordenador con este exclusivo fin: generar el disquete mensual. Los errores con este sistema eran frecuentes e inevitables y la información limitadísima y muchas veces no vigente o inexacta. Aún así se hizo un esfuerzo considerable para ponerlo en marcha, tanto en cada registro como en los servicios centrales del propio Colegio. El acceso por los interesados pasaba necesariamente por la petición de información a un registrador y este a su vez lo transmitía al Colegio, donde se introducían los datos, se imprimían y se remitían por fax al registro remitente y por este al solicitante. La información obtenida se limitaba a enumerar los registros donde el titular tenía fincas inscritas. Para culminar la búsqueda de información había que dirigirse a cada registro solicitando la información concreta de cada finca habitualmente por correo postal o mediante gestorías locales. Algo se había avanzado respecto de la situación anterior pero la infraestructura de la que disponían los registros no daba para más. El sistema era lento, caro e inseguro.

Una delegación de la Asociación de Tribunales de Comercio de París visitó el Colegio para conocer el sistema de información mercantil a través de internet más completo de Europa.

NOS PONEMOS EN MARCHA

Las nuevas posibilidades que ofrecía internet hizo que un grupo reducidísimo de registradores en el que figuraban nombres como Joaquín Rodríguez, Javier Angulo, Sergio Regulez y Guillermo Herrero, se plantearan el diseño de un nuevo sistema para obtener una información registral cada vez más demandada, tanto mercantil como de propiedad, que superara definitivamente las carencias del sistema existente. A este primer grupo de “ciber-registradores”, como los calificó cariñosamente un decano de aquella época, se unieron posteriormente muchos más que aportaron conocimiento, ideas y horas de trabajo. Fueron muchos los registradores que se implicaron en el proyecto y sin cuyas decisivas aportaciones este hubiera naufragado. El limitado espacio de este apunte impide nombrarles a todos. Las dificultades se multiplicaron y el trabajo para superarlas creció y creció.

Las nuevas posibilidades que ofrecía internet hizo que un grupo reducidísimo de registradores en el que figuraban nombres como Joaquín Rodríguez, Javier Angulo, Sergio Regulez y Guillermo Herrero, se plantearan el diseño de un nuevo sistema para obtener una información registral cada vez más demandada

Se organizaron dos comisiones una para mercantil y otra para propiedad. La primera como punta de lanza tecnológica: el menor número de oficinas, el estar situadas todas en ciudades importantes y tener por objeto personas jurídicas, eliminaba algunos de los obstáculos iniciales. La segunda tuvo que salvar además otras barreras como la dispersión de los registros y su mayor número, las dificultades de conexión en el ámbito rural, la legislación de protección de datos…

Todo esto hubiera sido imposible sin la absoluta implicación de casi todos los departamentos del Colegio (Contabilidad, Fiscal, Comunicación…), especialmente, como es natural, del SSI. Todos se implicaron y aportaron mucho conocimiento y trabajo. Fueron muchos los que participaron en las distintas fases de puesta en marcha del proyecto y es imposible nombrarlos a todos, pero sería injusto no incluir en el capítulo de agradecimientos en el apartado técnico a Angelines Nogués, matemática oscense, especializada en bases de datos, que no escatimó esfuerzos junto con sus compañeros para sacar adelante el FLOTI. 

Presentación del FLOTI.

Una vez diseñado el proyecto y constituido un grupo de apoyo técnico en el Colegio había que ponerse en marcha. Todo estaba por hacer: infraestructura tecnológica, comunicaciones, seguridad, servicios de soporte interno y externo, formación, facturación, fiscalidad, convenios…

En cuanto a infraestructura tecnológica apenas había nada aprovechable, tanto en el propio Colegio como, sobre todo, en cada una de las 1.000 oficinas registrales. Cada registro era un mundo distinto de criterios, formación del personal, procedimientos internos… que era necesario unificar en algunos aspectos. 

Y los numerosísimos problemas, grandes y pequeños, poco a poco se fueron abordando y encauzando. 

Fueron más de 100 reuniones de las comisiones de registradores y técnicos donde se trataban pormenorizadamente cada incidencia grande o pequeña de cada registro y casi como un milagro, el proyecto fue saliendo adelante. Fue un enorme avance tanto interna como externamente.

Internamente por constituir el primer paso importante en la modernización de los registros con unificación de muchos procesos registrales y la puesta en marcha de novedosas herramientas de control. Además la infraestructura de la que se dotaron los registros ha servido de base para muchos de los proyectos que se han puesto en marcha después: intranet, geobase, o el propio registro electrónico…

Externamente por la enorme mejora que ha supuesto para la totalidad de los usuarios del registro demandantes de información societaria o inmobiliaria, desde los particulares a las entidades financieras y administraciones públicas, pasando por tasadoras, gestorías y cuerpos y fuerzas de la seguridad del Estado… 

Miles de usuarios y miles de peticiones lo corroboran día a día.

Basta un dato para cuantificar la mejora que supuso, en el mes de septiembre de 2025 el tiempo medio desde que un usuario pide una información a un Registro de la Propiedad hasta que la recibe es de 1 hora y 23 minutos. En el Registro Mercantil el acceso a la información es inmediato.

Juan Morán