«Me parece evidente que hay que empezar por la reforma universitaria”
Miriam González Durántez es una abogada española especialista en Derecho Internacional que atrajo la atención mediática a raíz de convertirse su marido, Nick Clegg, en viceprimer ministro de Reino Unido. Ahora ha vuelto a la actualidad con la publicación de su libro Devuélveme el poder, en el que propone la necesidad urgente de hacer cambios en nuestro país para salir del actual inmovilismo e instalarnos en la innovación y la vanguardia. Un libro que según confiesa está escrito “a pie de calle para que todo el mundo lo entienda”.
Usted aboga por un cambio del sistema electoral y asegura que hay pocas democracias consolidadas donde los ciudadanos hayan cedido a los políticos tanto poder como la nuestra, debido en parte a nuestro proceso de transición. ¿Por qué cree que todavía no se ha revertido esta situación?
Creo que incluso ahora ha aumentado en los últimos años el poder de los políticos. Este sistema tenía sentido en la Transición. En esos momentos hubo mucha gente que tuvo que arriesgarse y comprometerse para poner en marcha un sistema con el que, en algunos casos, no estaban del todo de acuerdo. El sistema electoral impuesto entonces tenía sentido porque en esas circunstancias elegir otro sistema electoral hubiera tenido unos resultados más complejos durante esos primeros años de la democracia. Sin embargo, ya no tiene sentido, y a la luz de las últimas elecciones está mucho más claro el inmovilismo del sistema que nos va a llevar a romper el propio sistema constitucional. Tenemos un tercio del Parlamento que cuestiona la Constitución sea por un lado, sea por el otro. Es una barbaridad.
España es muy diferente en relación a los países de nuestro entorno. ¿Los políticos tienen menos poder en otros países?
Yo no creo que sea porque los españoles seamos distintos a los ciudadanos de otros países y que nuestros políticos sean ni mejores ni peores. Simplemente, si tú les das poder y no lo controlas, la tendencia es a ampliarlo. Esto es lo que ha ocurrido. Incluso en las zonas donde has visto pequeñas mejoras, por ejemplo la Ley de Contratación Pública, cuando rascas un poco tampoco se ha mejorado tanto con respecto a lo que ocurría antes. Creo que no se puede dar poderes sin control; esto ocurre en cualquier sociedad. Si tú das el poder sin controlar, las cosas van a peor. Pues a veces piensas que tenemos que llegar a un nivel mucho más bajo para darnos cuenta de que hay que cambiar. Creo que en España ya hemos tocado ese nivel. Lo pensaba antes de las elecciones y ahora lo pienso todavía más.
“Cuando tú pones el poder en la clase política y se lo quitas al ciudadano, haces al ciudadano cada vez más dependiente de la clase política y acaba siendo menos exigente”
También de nuestro sistema político usted critica la excesiva puesta en escena con una estética del poder que abruma el escenario.
A mí me preocupa muchísimo ese alejamiento del poder del ciudadano que contribuye a ese boato que está ahí para marcar distancias. Yo en el día a día del trato con políticos, no solamente del Reino Unido, sino de Dinamarca, Francia, la UE, y ahora en EE.UU., veo que se les trata de una manera completamente distinta. No sé cómo hemos caído en ponerles en la cúspide de la pirámide: al final estos señores trabajan para nosotros. Tampoco creo que haya que perderles el respeto como hace mucha gente ahora, ni considerar que todos los políticos son iguales porque claramente no es verdad. Lo básico de la política es la vocación de servicio al ciudadano.
En su análisis económico argumenta que el problema en España no es de reparto de riqueza o de reorientación del gasto social, sino que básicamente es que no creamos riqueza. ¿En qué sector podría España destacar y ser pionero?
Creo que hay muchos sectores en los que se podría hacer mucho más de lo que se está haciendo ahora. Uno de ellos por ejemplo sería el de la automoción. Hemos tenido una industria de la automoción muy importante en España durante determinados momentos, y esa industria está sufriendo un cambio a pasos agigantados y no logramos engancharnos del todo a ese proceso. Pero lo he visto a otro nivel con el proceso del brexit. No hemos logrado aprovecharlo. En general, hay que trabajar mejor, para eso se tiene que crear una narrativa por parte del Gobierno. En los últimos años lo mejor que le ha pasado a España es cuando hemos tenido un país gestionado pero no un país liderado que es lo que hace falta para llegar a la fase siguiente. A mí me preocupa muchísimo toda esa parte de innovación porque yo todo lo que percibo en Silicon Valley, donde vivo, es que hay todo un movimiento distinto que está ocurriendo en el mundo que va súper deprisa y que cada año que nosotros perdemos equivale a 4 o 5 años de los de antes.
La innovación y la creación de riqueza usted la asocia por su experiencia internacional con las universidades. Cuenta en su libro cómo tras la consulta de la página web de su universidad se sorprendió de los pocos cambios que se han producido en los últimos 30 años.
Si, y me escandalizó. Se me abrieron mucho los ojos cuando yo salí fuera de España. Yo procedo de la escuela pública y del instituto de mi pueblo, y luego fui a la Universidad de Valladolid. Luego, cuando me fui al Colegio Europeo de Brujas, me encontré con gente que venía de sitios súper glamurosos como Cambridge y Oxford, y me enorgullecía pensar que viniendo de una educación pública de España podía estar allí. Pero ya entonces vi muchas diferencias con nuestras universidades. Luego en Oxford y ahora en las universidades americanas lo que observo es otra dimensión. Me parece que es tan evidente que hay que empezar por la reforma universitaria que no entiendo como este asunto no se debate mucho más a menudo.
¿Por qué cree que cuesta tanto la reforma de cambios estructurales en España?
Para mí, el resumen del inmovilismo español es que para que las cosas cambien hay que intentar cambiarlas. No vas a gestionar el día a día del país como si fueras un gestor, hay que liderar los cambios. Desde el punto de vista de las acciones sociales yo hago cantidad de cosas con niñas y, por mi experiencia, es muy grande el movimiento que se puede generar entre cinco personas cuando te pones a ello; entonces no puede ser tan difícil en un Gobierno hacer cambios cuando tienes todos los medios a tu disposición.
Creo que es una pescadilla que se muerde la cola. Cuando tú pones el poder en la clase política y se lo quitas al ciudadano, haces al ciudadano cada vez más dependiente de la clase política y acaba siendo menos exigente. Llevamos sin cambiar cosas desde hace muchísimo tiempo y estamos a punto de caer un escalón. Por ejemplo, acabamos de perder una oportunidad de sobrepasar a Italia, al menos en influencia europea. Los italianos se han recuperado y nosotros no hemos hecho nada.
Uno de nuestros retrasos en formación e innovación es por la falta de grandes empresas, en parte por el alto intervencionismo, según escribe en su libro. Incluso afirma que si en 10 años no aumenta el tamaño de nuestra empresa será una política fracasada. ¿Cómo debería producirse el paso de la pymes a grandes empresas?
Sí, hay una parte muy positiva porque se crea mucho empleo con las pyme y casi todas las ayudas y casi todas las políticas son para las pyme y los autónomos. Pero entre Inditex y las pyme tiene que haber por lo menos dos o tres escalones y hemos dejado esa parte intermedia empresarial que necesita un empuje y es esencial.
El cambio climático es uno de los grandes desafíos que tiene estos momentos el mundo y sorprende que casi no mencione este problema en su libro.
Creo que en el reto del cambio climático hay muy pocos países que sepan muy bien qué hacer ahora mismo. Al nivel de retórica creo que sí que se ha avanzado; a nivel de concienciación de la sociedad, también, pero no porque nosotros estemos mejor que los demás, sino porque todos están sin saber todavía cuáles son las medidas concretas que hay que tomar. Me parece que cantidad de cosas que se están haciendo ahora como los movimientos de los jóvenes están bien. Yo soy partidaria y sé que mucha gente se queja de que no vayan a los colegios y vayan a las manifestaciones: pues a mí me parece estupendo, pues con la cantidad de días libres que tienen los niños para no hacer nada, mejor que vayan a manifestarse y se comprometan con el medioambiente. En el medioambiente tampoco hemos logrado estar en la avanzadilla, sí algunas empresas, pero como país no.
“En el reto del cambio climático hay muy pocos países que sepan muy bien qué hacer ahora mismo. Al nivel de retórica creo que sí que se ha avanzado; a nivel de concienciación de la sociedad, también”
Usted vive ahora en estos momentos en Silicon Valley con las empresas más grandes y el mejor nivel de renta del mundo, pero en cambio las clases medias allí están en apuros y a veces empobrecidas.
Creo que en la política estadounidense el gran tema es la redistribución y no solamente a las clases más pobres. Uno de los grandes problemas de cómo se encaró la crisis de 2008 es que el mundo se movió para proteger a los más desfavorecidos, pero se olvidaron que la clase siguiente también estaba muy desprotegida. Y esa gente al final se ha sentido abandonada. Esta situación complementada con el estímulo de emociones e identidad dio como resultado los tsunamis políticos que se han producido en algunos países.
Usted se declara feminista y en estos momentos vive en Estados Unidos. ¿Cómo valora el movimiento Me Too?
Creo que incluso con los riesgos de exceso ha sido muy positivo. Me parece que esa concienciación social que se ha creado con el #MeToo está bien. Lo que noto más en EE.UU. es la política de identidad individual que es muy preocupante porque hace que toda la izquierda se haya movido hacia el individuo, pero al individuo no sólo de los derechos individuales sino a la narrativa individual y han abandonado el apoyo de la colectividad. Y cómo todo acaba llegando aquí, espero que se puedan hacer cosas antes de que nos llegue. No esperar, como hemos esperado, la llegada de la extrema derecha.
Usted creó la Fundación Inspiring Girls para visibilizar mujeres que sean un referente positivo para las niñas. ¿Cómo surgió la idea?
Pues de una manera muy natural. Yo me encontré con una exposición pública no buscada y me catalogaron inmediatamente como la mujer profesional de un político. Y siempre me preguntaban en los actos por la falta de referentes femeninos. Luego me llegó una investigación en las que las mismas niñas decían que no tenían acceso a referentes de mujeres. Entonces decidí que mi exposición pública iba a aprovecharla para hacer algo positivo. Este fue el motivo de la creación de Inspiring Girls (www. inspiring-girls.es). Además, no hemos hecho más que crecer con una energía positiva estupenda.