Las mujeres siempre estamos, en cualquier momento y en cualquier lugar. Donde nos necesiten. Lo vemos a lo largo de la Historia. Si nos remontamos a tiempos inmemoriales, a tiempos de Jesucristo, cuando resucitó allí estaba María Magdalena. Lo dicen los cuatro evangelistas. Fue la primera persona que lo vio, el primer testigo, la primera comunicadora, la primera predicadora. Lo comunicó a Pedro y a los demás apóstoles. Era un mundo de hombres. Como lo ha sido a lo largo de la historia. María de Magdala fue una mujer valiente, muy valiente en su época, estuvo presente en los momentos más importantes de la vida de Jesús. El Papa Francisco la nombró “Apóstola de apóstoles”. No hace falta hablar de la Virgen María, que es la mujer más importante del Evangelio. Jesús fue el primero en dar a la mujer el papel que le corresponde. Luego vino la Historia.

Dando un repaso a la historia me encuentro con grandes mujeres. Mujeres que revolucionaron el mundo y revolucionaron su mundo. A vuela pluma, y quedándome en la Iglesia, me vienen a la cabeza nombres como Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia; Santa Teresita del Niño Jesús, patrona de las Misiones; Santa Teresa de Calcuta, Misionera de la Caridad que dedicó su vida a atender a los más vulnerables, pobres, enfermos, huérfanos y moribundos. Recibió el Premio Nobel de la Paz en 1979; o Santa Josefina Bakhita, una religiosa sudanesa nacionalizada italiana, que fue víctima de la esclavitud y se convirtió en un símbolo contra la trata de personas.

Cambiando de tercio, me encuentro nombres como Olympe de Gouges, Marie Curie, Simone de Beauvoir, Virginia Woolf, Amelia Earhart, Rosa Parks, Clara Campoamor, Coco Chanel, Frida Khalo, Rosalind Franklin, Ana Frank, Malala Yousafzai, Margarita Salas o Isabell II de Inglaterra. Todas marcaron época, consiguieron logros importantes. Están reconocidas por la Historia.

María de Magdala fue una mujer valiente, muy valiente en su época, estuvo presente en los momentos más importantes de la vida de Jesús. El Papa Francisco la nombró “Apóstola de apóstoles”

Y a través de la Historia me voy hasta la Revolución Francesa y rescato a Olympe de Gouges, una mujer más que valiente. Una escritora y feminista francesa. Hablamos de 1791 cuando escribió la “Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadanía”. Una carta que comenzaba con una pregunta: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta”. Luchó, también, por la abolición de la esclavitud. Escribió varias obras de teatro y montó una compañía. Su obra más conocida fue “La esclavitud de los negros”.

Y al hablar de la raza negra me voy a parar en Rosa Parks, la mujer de raza negra, o afroamericana, que no cedió su asiento a un blanco en un autobús en Alabama, Estados Unidos. Era 1955. Tenía 42 años. El conductor del autobús le pidió que se levantase y cediese el sitio a un blanco, un blanco que no se lo había pedido. No quiso ceder ante una ley que pisoteaba los derechos de los de su raza. Le costó el calabozo y una multa. Otra mujer valiente.

Llegando a nuestros días nos encontramos con Malala Yousafzai, una joven activista pakistaní que luchó por los derechos de las mujeres, por la educación, en una provincia de su país, donde los talibanes habían prohibido a las niñas ir al colegio. Su movimiento alcanzó apoyo internacional. Con tan sólo 15 años sufrió un atentado por parte de los talibanes pakistaníes. Desde entonces, vive en el Reino Unido. En 2014 recibió el Premio Nobel de la Paz. Tenía 17 años, convirtiéndose en la mujer más joven en obtener este galardón.

Sólo son unos ejemplos. Son mujeres con fuerza, con mucha fuerza en mundos difíciles, muy difíciles. Son mujeres excepcionales, y las hay en cualquier parte del mundo. Hay que dar visibilidad, hay que dejarse visibilizar. No es cuestión de comparar, no podemos, no se trata de eso. Cada una de nosotras tenemos nuestra historia, tenemos nuestro mundo y hacemos nuestra revolución. Aunque, todavía, nos quedan barreras. Pero, siempre estamos.

Patricia Rosety