sábado, noviembre 23, 2024
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    ESPECIAL NÚMERO 100

    Los medios de influencia andan en problemas

    La guerra del Vietnam y la caída del presidente Nixon, que optó por dimitir para evitar desastres mayores, marcaron el clímax de la influencia y prestigio de los medios de comunicación, especialmente de los “serios o de referencia”, los que fabrican la agenda informativa y la ponen en valor. Contra esos medios, cualquier poder debía pensarse bien un enfrentamiento. El periodismo independiente, crítico, la comunión de editores y periodistas en el mismo proyecto, supuso un contrapoder que ofrecía al ciudadano garantía adicional frente al abuso de los poderes; un contrapeso inserto en la sociedad civil, distante de los poderes del Estado. Un periodismo basado en el principio de “estar en lo cierto y ser justo” . 

    Walter Cronkite, en sus “Evening News”, de la CBS, fue durante décadas baluarte de credibilidad informativa para los norteamericanos, ante el asombro y la inquietud de los sucesivos presidentes de la República Federal. Lyndon B. Johnson supo de ello durante su mandato y, no pocas tardes, maldijo a Cronkite y su independencia, cuando daba cuenta del efecto de los bombardeos masivos sobre Vietnam.

    El New York Times, el Post, el Journal, la CBS en los Estados Unidos, el Times, Financial Times, Economist, BBC en Gran Bretaña, Le Monde en Francia,… cuentan entre las dos docenas de medios de referencia que forman criterio, que modifican una línea política o arruinan o lanzan una carrera. La credibilidad de esos medios o de los que les desbanquen, se convierte en signo de madurez de una sociedad, prueba del algodón de una democracia avanzada. Ningún país en progreso puede pasar sin medios creíbles, reputados y respetados.

    Cuando pisamos el siglo XXI, buena parte de esos medios, imprescindibles hace dos décadas, andan en problemas, con su identidad en entredicho

    Pues bien, cuando pisamos el siglo XXI, buena parte de esos medios, imprescindibles hace dos décadas, andan en problemas, con su identidad en entredicho. Unos han olvidado la referencia de calidad, el aprecio por la veracidad y la verificación, la humildad para reconocer errores y para ser justos. Todos conocen las dificultades para hacer bien su trabajo, padecen merma de calidad y del respeto de los ciudadanos a los que tratan de atender. No faltan las excusas que van desde el efecto de las nuevas tecnologías hasta la pasiones o perversiones del público, cada día más caprichoso y descreído. Lo evidente es que las difusiones y las audiencias decrecen y se fragmentan y que la credibilidad se resiente. 

    No pocos ciudadanos buscan en los medios refrendo y refuerzo de sus propias creencias o convicciones, en perjuicio de actitudes más críticas y abiertas. Y muchos medios se pliegan a esa unilateralidad, se someten a las fuentes de información e influencia y se enfangan en conflictos de intereses. Las democracias se hacen mediáticas y, para ello, tratan de avasallar y dominar los medios, sin apercibirse de que esa alineación conduce a una alineación colectiva. 

    Que los medios de influencia recuperen su papel y función, que vuelvan a merecer el aprecio de una ciudadanía crítica, interesa, no solo a los propios medios, tambien a una sociedad cada día más necesitada de contrapoderes y de transparencia.

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    Revista nº27

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